Quosque tamdem

luis Chacón

Revival setentero

SI olvidamos los programas, lo que no requiere mucho esfuerzo, y sólo analizamos el ruido mitinero que promete nuevos horizontes, rezuma de acusaciones de corrupción y desafueros, contestadas siempre con el reiterativo y tú más y escuchamos las proclamas de cándida y angelical pureza de los nuevos partidos que compiten con las de mérito y experiencia de quienes han protagonizado los últimos decenios, concluiremos que la algarabía política de estos días recuerda, de modo tan vívido que sorprende, a la de las primeras elecciones democráticas.

Volvemos a sufrir una estructura política tambaleante y una sopa de letras de partidos. Ha aparecido un amplio elenco de actores noveles entre los que debemos elegir el reparto que protagonizará las próximas temporadas. Si en los setenta, la izquierda vendía progresismo descorbatando a un Felipe González que lucía chaqueta de gruesa pana, el sincorbatismo de esta campaña no distingue ideas. En el centro -ese evanescente sentimiento que sólo refleja la mera moderación de izquierdas y derechas- a Rosa Díez le ha tocado, por edad, experiencia y carrera política previa el papel de Fraga, en tanto que Albert Rivera asume gustoso el de Suárez y hasta reivindica la herencia política del gran muñidor de la transición.

La izquierda se radicaliza y practica la arqueología prometiendo expropiaciones, revoluciones y barricadas en la era de las redes sociales. Y otra vez olvida que no hay nadie menos revolucionario y más conservador -en Andalucía, después de treinta años, hablamos del votante socialista- que quien tiene algo que conservar. Así que el radicalismo quedará para las ciudades bulliciosas porque los pueblos son más de andar seguro y pausado.

Y como entonces, los nuevos partidos se nutren de cuadros y dirigentes provenientes del sistema enfermo. Los mayores recordarán a centenares de jerarcas del Movimiento que cambiaron sin pudor la camisa azul por la pluralidad cromática y a jovencitos de la OJE que juraban ser demócratas desde la niñez. Ahora, a las nuevas formaciones les llega el aluvión de excuadros de PP y PSOE que curiosamente caen del caballo, como san Pablo camino de Antioquía en cuanto les ciega la luz… de un buen cargo a meses vista.

Y como siempre -se ve que ese es el sino de España- aunque muchos se autoproclamen liberales, seguimos sin noticias de un partido liberal. En fin, ahora que lo pienso, sólo nos falta Lalo Azcona.

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