Crónica personal

pilar / cernuda

Unidos en la desgracia

EL accidente del avión de Germanwings ha llenado de desolación a 49 familias españolas y a un centenar más de familias alemanas y británicas. Ha provocado auténtica conmoción en España, Alemania y Francia, los tres países más afectados por la tragedia. Las pérdidas humanas son las que más duelen, más allá de los problemas que suponen para la compañía. El rostro de quienes han perdido a sus padres, hijos y hermanos, su llanto y su desesperación, demuestran que no tienen consuelo por mucho que sea el apoyo ofrecido por psicólogos y médicos. Es la pena en estado puro, el drama que supone la desaparición brutal e inesperada de los seres queridos.

La reacción humana ha sido ejemplar, como lo es siempre ante las catástrofes; ahí es donde aparece lo mejor de cada uno, la solidaridad, el abrazo compartido. En esta ocasión también han dado la talla los dirigentes políticos, desde el primer momento tanto Merkel como Rajoy, Hollande o Artur Mas han dejado de lado cualquier asunto para dar prioridad a las consecuencias del accidente, prestar el apoyo necesario, impulsar las investigaciones y ayudar donde más falta hacía. El Rey Felipe, dando muestras de su enorme talla personal, no dudó el suspender su primer viaje de Estado, iniciado solo una hora antes. España estaba de luto y los Reyes también. No había lugar para discursos relevantes, cenas oficiales y encuentros con personalidades.

Tsipras telefoneó a Rajoy, por primera vez en su vida, para ofrecerle sus condolencias. Rajoy habló primero y se reunió después en Francia con Merkel y Hollande para compartir desgracia y poner en marcha la ayuda necesaria en las tareas de rescate y apoyo a los familiares. Y Rajoy habló varias veces con Artur Mas, a quien ofreció su avión para volar juntos hasta Francia. En situaciones como las de un accidente de aviación con tantas víctimas, la prioridad es tomar medidas urgentes dejando de lado desencuentros políticos, rivalidades, distanciamientos ideológicos... Lo que importa es sumarse al necesario movimiento de solidaridad con los más desamparados, ofrecerles un hombro en el que llorar en lugar de mostrarles nuevas imágenes de desencuentros.

Dicen las fuentes de Moncloa y de la Generalitat que, durante el vuelo, Rajoy y Mas comentaron las posibles causas del accidente, pero sobre todo lo que más les preocupaba, o les dolía: las historias personales que habían conocido desde que se produjo al catástrofe. Las personas que lloraban la pérdida de sus familiares, los niños alemanes que habían hecho un intercambio con estudiantes españoles, el padre que dejaba atrás tres criaturas pequeñas y un bebé en camino… Lo mismo que había impactado y emocionado al resto de españoles. En ese viaje no fueron dos políticos que llevan más de tres años en la pelea continua, sino dos hombres que se dejaban llevar por los sentimientos.

La desgracia, la pena, unen.

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