ES indudable que la economía española se desenvuelve en un escenario de recuperación económica. Así lo certifican las instituciones internacionales y los principales analistas nacionales y foráneos. Pero, además, es una percepción que se puede palpar a pie de calle. El aumento del consumo y la todavía tímida reactivación del mercado inmobiliario, por citar sólo dos de los indicadores más claros, nos hablan de que el dinero empieza a moverse. Sin embargo, el principal lastre estructural de la economía española, el altísimo nivel de paro, sigue sin dar evidencias de una mejora claramente apreciable. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año así lo corroboran: el crecimiento de la economía no se ve acompañado por una reducción significativa del desempleo. En el periodo comprendido entre el 1 de enero y el 31 de marzo se han destruido en España 114.300 empleos, mientras que el paro apenas ha caído en 13.000 desempleados. El resultado ha sido un ligero repunte de la tasa de paro que pasa a situarse en el 23,78%, ocho centésimas por encima de la de final de 2014. Este incremento habría sido mayor si no se llega a producir una bajada de la población activa, que ha descendido en 127.400 personas y queda en 22,9 millones. Hay que resaltar que aunque los datos del primer trimestre no arrojan un resultado positivo, en el cómputo anual -primer trimestre de 2015 sobre igual periodo de 2014- se ha creado en España medio millón de puestos de trabajo. El principal reto al que se enfrenta la economía española es el de lograr crear empleo a un ritmo que haga que en un plazo relativamente corto seamos capaces de enjugar las enormes diferencias que nos separan del resto de Europa. Por ahora ése es un objetivo que no se está cumpliendo: la recuperación parece que va por un lado y la creación de empleo por otro. Este fenómeno es perfectamente trasladable a Andalucía, que continúa encabezando la triste lista de las regiones europeas con mayor índice de desempleo, una estadística que desgraciadamente no sorprende a nadie en nuestra tierra. Los datos de la EPA señalan que el paro descendió en Andalucía en 36.600 personas y que el número total de desempleados está algo por encima de 1.350.000. Es cierto que en el último año se ha creado empleo en Andalucía a mayor ritmo que en el conjunto del país, pero estamos todavía muy lejos de hacerlo a la velocidad de una economía dinámica y soltar el lastre de un mercado laboral a expensas de las coyunturas temporales que marcan el turismo y la agricultura. Estamos, pues, en una situación en la que el paro compromete una recuperación económica que no será tal hasta que trabajar deje de ser un privilegio.

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