Quosque tamdem

luis Chacón

La última traición

NO hay mayor tristeza que el recuerdo de la ventura en medio de la desgracia. Así contesta la bella Francesca de Rímini al divino Dante cuanto este la inquiere pues ansía saber qué la llevó al infierno. Y al confesarle que no fue el amor sino la lujuria, el poeta comprende cuan leve es la línea que puede separar al pecado de la virtud. Idéntica sorpresa han debido sentir los votantes del PP al ver como quien representó el milagro económico del cambio de siglo entraba en un coche policial tras el registro de su casa y su despacho.

No hay mayor dolor que recordar en estos tiempos de descomposición y desánimo la formidable unidad y fortaleza de aquel partido que fue capaz de ilusionar a media España con un mensaje de regeneración, honradez y transparencia y la promesa de aplicarlo en todas las instituciones. Más aún, cuando una de las figuras señeras de aquella era gloriosa; para muchos el mejor ministro de Economía de la historia reciente, es el protagonista de la última traición a un electorado cada día más inerme y avergonzado.

No hay mayor incumplimiento conocido de un programa electoral que el de este PP. Pues desde su primer Consejo de Ministros ha gobernado en contra de sus votantes, subiendo impuestos, congelando pensiones, precarizando el trabajo, aumentando la deuda pública hasta niveles desconocidos y manteniendo el estado hipertrofiado e ineficiente que seguimos sufriendo y pagando. Y hay que reconocer que en una muestra épica de heroico sacrificio, las clases medias que llevaban dos decenios aupando a los candidatos de la gaviota, se tragaron las lágrimas y aún, con un nudo en la garganta, volvieron a dar su apoyo al partido de siempre. Unos con resignación, otros por miedo a lo que pudiera venir y bastantes con la única esperanza de que todo cambiara. Pero al votante tradicional del PP ya no le queda un retazo de espalda sana para recibir más puñaladas traperas.

No hay mayor indignidad que la traición. Quien comete un acto impropio, ningún sentimiento provoca a quien de él nada espera pero quiebra la lealtad que debe a los suyos. El número de dirigentes del PP implicados en asuntos de corrupción, hayan visto amanecer tras las rejas o estén camino de hacerlo, supera en mucho la capacidad de aceptación de un electorado que siempre creyó en la honradez y la preparación de aquellos a quienes otorgaba su confianza hoy reiterada y torticeramente traicionada.

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