La esquina

josé / aguilar

El voto entrañable

BUSCANDO la aprobación por las Cortes de los Presupuestos de 2016 y la aprobación por los ciudadanos de su gestión económica, Mariano Rajoy ha roto en convocante de elecciones generales en fecha insólita: se votará el día 13 o el día 20 de diciembre, con preferencia para este último.

Serán unas elecciones decisivas, como todas las generales, y se celebrarán a las puertas del invierno, como ninguna de las once convocadas desde que existe la democracia. ¿Por qué en diciembre? Ya digo, Rajoy ha querido expresamente agotar la legislatura y dejar listas las cuentas del año que viene -dos signos de normalidad y estabilidad-, y también visualizar el logro de su objetivo político número uno: someterse al veredicto de las urnas con menos parados de los que le dejó Zapatero. Camino de ello va.

Pero esta agenda, construida a medias entre la necesidad y la voluntad, aporta un plus de ventaja a las expectativas electorales del presidente. Tanto el 13 de diciembre como el 20 -más el 20 que el 13- son vísperas de fiestas entrañables, las que van de Nochebuena a Reyes: las entrañables por antonomasia, el principio del solsticio de invierno según la versión laica que no consigue abrirse paso.

Quiere decirse que los españoles irán a votar imbuidos del espíritu navideño que se transmite por tierra, mar y aire desde que empieza diciembre y se caracteriza por la bondad de las almas y la alegría de los cuerpos: reencuentro familiar y apoteosis del consumo, abrazos a los cuñados y regalos para todos, comilonas hasta el empacho y derroche sentimental hasta la extenuación. En fin, son días en que la gente gasta sin tasa ni prudencia. Probablemente sean también los días del año en que los ciudadanos estén menos dispuestos a cabrearse con el Gobierno en ejercicio. Que es lo que a Mariano le conviene. Los numerosos contratos laborales de duración exclusivamente navideña y el pago a los funcionarios de la extra arrebatada también aliviarán el cabreo de cientos de miles de votantes.

Rajoy innova, pues. Otros persiguen el voto de los jóvenes, el de los mayores, el de las mujeres o el del campo. Rajoy apuesta por el voto entrañable. El voto de la felicidad doméstica, las mesas abundantes, las calles iluminadas y los escaparates refulgentes. Y el que se disguste porque hayan perdido los suyos aún tiene el 22 de diciembre para ilusionarse con el Gordo.

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