AUNQUE los vendedores de crecepelos ideológicos nos quieran hacer creer lo contrario, vivimos en un mundo muy complejo en el que no existen las soluciones rápidas y eficientes. ¿Se puede acoger a los refugiados sirios? Claro que sí. Pero hacerlo tiene un coste económico que todo el mundo debería tener muy claro. Y en estos tiempos en que prevalece el pensamiento mágico, mucha gente cree que se puede teletransportar a los refugiados como si fueran los tripulantes de Star Trek. Y no sólo eso, sino que se los puede cobijar y alimentar -y dar asistencia sanitaria- sin que eso suponga la más mínima incomodidad para nosotros. Porque es muy probable que la misma persona que ahora grita pidiendo asilo para los refugiados sirios, sea la misma que grite indignada, dentro de tres meses, si no encuentra una cama libre para un familiar en uno de nuestros hospitales públicos que haya sido dedicado a la atención a los refugiados. Hace tiempo que el realismo y la lógica han desaparecido de nuestra forma de entender la vida. Y creemos que las cosas suceden como por arte de magia, así que sería muy posible acoger y vestir y cobijar a docenas de miles de refugiados sin que prácticamente nos enterásemos. Pero eso no es así. Ni de lejos.

Y que conste que no me estoy oponiendo a que lleguen, ojo, sino todo lo contrario (de hecho, creo que soy de los pocos que lo han puesto por escrito varias veces). Lo digo porque mucha gente parece creer que contamos con medios ilimitados para hacer frente a una emergencia humanitaria muy compleja. Y las cosas no son así. Traer a esos refugiados costaría mucho dinero público y nuestros ayuntamientos y autonomías deberían hacer un esfuerzo colosal para alimentarlos y vestirlos. Y es muy probable que se tuviera que movilizar al Ejército y declarar una emergencia sanitaria en los lugares donde se decidiera acogerlos. Y eso, insisto, supondría un gran esfuerzo en términos de dinero y recursos públicos.

¿Estaríamos dispuestos a hacerlo? ¿Estaríamos dispuestos a ofrecerles colegios, polideportivos, hospitales? ¿Y estaríamos dispuestos a pagar, llegado el caso, un nuevo impuesto -una especie de ecotasa humanitaria- que permitiera acoger a estos refugiados en las condiciones que se merecen? Me gustaría pensar que sí. Y ojalá fuese posible muy pronto. Ojalá, repito. Pero tengo mis dudas.

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