Quosque tamdem

luis Chacón

Buscando agujas

LA caída de la Alemania nazi desplazó a millones de personas que huían del frente y del temor a los soviéticos; alemanes que sabían que serían deportados al trazarse nuevas fronteras. Junto a ellos caminaban soldados desmoralizados, desertores o enfermos. Y también colaboracionistas y criminales de guerra que huían de la justicia de los vencedores. Heinrich Himmler, el siniestro Jefe de la SS, el mayor responsable del exterminio de judíos, gitanos, homosexuales, enfermos mentales, opositores y resistentes de toda la Europa ocupada, se convirtió en uno de los prófugos más buscados por los aliados. Sabedor de ello y antes de mezclarse con aquellos desesperados que deambulaban por caminos devastados, se rapó, se puso un parche en un ojo, se enfundó un uniforme de la Feldpolizei y se afeitó el bigotillo que lucía a imitación de Hitler y que en palabras de Chaplin, este le había robado a Charlot.

El fin de la guerra desencadenó la mayor caza del hombre que se haya realizado jamás. Los aliados querían llevar ante la justicia a todos los criminales nazis. Y pusieron los medios para ello. El grupo de Himmler fue interceptado por una unidad británica que les entregó en el centro de interrogatorios de Lüneburg donde extrañó lo ordenado de sus documentos y su buen estado físico dado que pretendía ser un soldado fugitivo. Interrogado concienzudamente por el capitán Sylvester acabó confesando su identidad y si no se le juzgó en Núremberg fue porque durante la inspección médica mordió una cápsula de cianuro que llevaba entre los dientes.

Valga la historia para recordar que no era necesario, como ha hecho el ministro del Interior, asustar a los ciudadanos señalándoles que entre los miles de refugiados sirios puede ocultarse un buen puñado de terroristas. Es algo tan evidente que ya lo sospechábamos. Una marea humana de esta dimensión, desorganizada y temerosa es el mejor pajar para esconder unas cuantas agujas. Pero esa no es razón para cerrar los ojos. Un ministro no puede crear alarma entre los ciudadanos. Y menos que ninguno el responsable de las Fuerzas de Seguridad del Estado de cuya entrega, preparación y permanente estado de alerta ante cualquier amenaza somos conscientes los ciudadanos. La función de un gobierno, como ha recordado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, es proteger la seguridad de los españoles y la de los refugiados que huyen del terror y de los terroristas.

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