Quosque tamdem

luis Chacón

Nochebuena electoral

AUNQUE la cena familiar de la Nochebuena se celebra en días de paz universal, no siempre se desenvuelve en un ambiente de amor y dicha. Pero es raro que la sangre llegue al río. A lo más, lidiamos con un cuñado listillo, un pariente cascarrabias o unos primos peleados por la Play. Y asumimos como propio de esas fechas tan señaladas, que el orgullo y satisfacción del monárquico de pro sufra la puya del republicano de la familia, entre el alboroto de idas y venidas, platos que entrechocan y taponazos de sidra o champaña que hacen imposible oír el discurso regio.

Pero este año será distinto porque hay elecciones. Y son de abrigo y bufanda. Los guantes le vendrán bien a quien vote con cierto escrúpulo y el frío quitará a los partidos, si el hartazgo se convierte en abstención, la típica excusa de que las playas estaban llenas.

No sé si llegará a ser -como cantaba la Piquer- la "Nochebuena más buena que soñar pudo un español". Más que nada porque la mayoría no estará en Nueva York, ni sonará Suspiros de España en un gramófono. Aunque igual la abuela nos sorprende y lo tiene en el mp3. Tampoco se parecerá a aquella de 1983 que vivimos con el épico 12 a 1 del España-Malta grabado en la retina y la disparatada idea de que el 31, cada campanada se acompañara con un gol. Así que este año, ni nostalgia ni euforia, cansancio político.

Será distinta porque llegaremos hastiados de política y con el resultado y la sensibilidad a flor de piel. Hemos votado andaluzas, municipales y autonómicas, catalanas y ahora generales, sin contar la Comunidad de Propietarios que siendo lo que más nos afecta es la votación en la que menos participamos. La campaña será aburrida y tediosa porque hemos renunciado a que nos convenzan. Se votará con el corazón o con las tripas pero pocos meditarán el voto. El hastío social es infinito. Casi toda la política actual se reduce al insulto, al empacho de corrupción y al "y tú más" y a que a cada momento se anuncie el Apocalipsis al son de "o nosotros o el caos". Con tanto guirigay es difícil elegir con sensatez. Por eso, esta Nochebuena seríamos felices si, sea cual sea el resultado, escucháramos propuestas para construir un futuro común, incluso aunque suenen descabelladas. Al fin y al cabo si del estiércol nacen flores, ¿por qué no va a surgir un país mejor de este lodazal de corrupción e inquina? Se trata de construir el mañana, no de restregarnos el ayer.

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