Un día en la vida

manuel Barea /

El Nobel raro

NO sé en otros países, pero en este muchos ignorantes se mofan de la Academia Sueca cuando concede el Nobel de literatura a un escritor al que no sólo no han leído sino del que hasta la fecha no tenían ni idea de su existencia. Ríen el veredicto del jurado como si se tratara de la ocurrencia de un majara. "¿Pero quién es este?" ("esta", habrán dicho este año), se preguntan para responderse a sí mismos con pedantería: "Este (o sea, esta) es un ninguno (una ninguna)". Y entonces determinan que los académicos son unos elitistas caprichosos que viven aislados en torres lejanas sin querer enterarse de lo que lee la gente o bien unos buscavidas con frac dispuestos a dejarse comprar por el mejor postor en esta subasta geopolítico-literaria: este año la mejor oferta viene de Eurasia, el siguiente de América, la de África la dejamos para más adelante.

Suelen ser estos enfurruñados con el ignoto (la ignota) Nobel tipos a quienes les ha montado la biblioteca el repartidor del Círculo de Lectores con las novedades trimestrales o la han levantado ellos mismos con libros regalados al tuntún o encontrados por ahí, mangados si hace falta o cogidos de aquí y de allá, da igual que uno sea La piel del lobo, de Hans Lebert, y otro Lo que me sale del bolo, de Mercedes Milá (como son tan ordenados y usan el abecedario hasta para colocar los alimentos en la nevera, ambos volúmenes están juntos, en la frontera entre la L y la M; no les ha llegado por las vías de aprovisionamiento libresco que frecuentan ninguno de Lowry ni de Manganelli, así que ahí están el escritor austriaco y la Gran Hermana lomo con lomo, compartiendo polvo en la balda).

¿Quién es Svetlana Alexievich? No sé. ¿He leído algo de ella? No. Es la primera vez que oigo hablar de esta mujer. Pero responder a ese desconocimiento con chanza es de imbécil. La gente no soporta a los desconocidos. Tampoco en literatura. La gente quiere tener al Nobel en sus estanterías antes de que la Academia Sueca lo nombre para presumir. "Ah, a ese lo tengo yo en mi casa". Como si fuera un realquilado. Esa gente habla y habla en las vísperas del segundo viernes de octubre de sus escritores, muchos de cuyos libros ni han llegado a abrir. En España, incluso, hasta brota la furia uribarriana y como les ocurre cuando en Eurovisión no votan al participante hispano de turno hablan de contubernio mundial.

La ignorancia se puede mitigar leyendo, tanto si es un Nobel como si no. Pero de ser un necio no te salva ni el hecho de comerte Guerra y Paz de la primera a la última página.

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