Quosque tamdem

luis Chacón

El voluble elector

EL votante, en estos tiempos de indecisión y sobresalto, è mobile qual piuma al vento, como la donna a la que canta, en el Rigoletto verdiano, un seductor, cínico e inmoral Duque de Mantua, precursor de esos politicastros que tras defraudarnos y engañarnos se sorprenden de nuestro rechazo. Quizá por eso, porque el desencanto y la desconfianza son los consejeros de los que se han rodeado los ciudadanos y a quienes mayor atención prestan, las encuestas llevan meses mostrando una montaña rusa de resultados que nos recuerda el final de la bellísima aria de Verdi para concluir que el elector coincide con la donna en algo más, con demasiada facilidad muta d'accento e di pensiero.

Según las últimas encuestas, el PP sigue en cabeza seguido muy de cerca por PSOE y Ciudadanos. La revolución permanente y apolillada de los politólogos de la Complutense, alias Podemos, parece que va camino de negar su propio nombre. Tras presentarse a las municipales en infinidad de listas con seudónimo, la aparición de una miríada de candidaturas similares, hace que las encuestas prevean la atomización del voto izquierdista. De ese modo, las tres opciones habituales en otros países de Europa se delimitan en España, conservadores, liberal-demócratas y socialdemócratas. Todos, lógicamente, con sus zonas de solapamiento ideológico y sus habituales radicales, versos sueltos y estrambotes que animan la vida política.

Se dice que lo peor en una competición deportiva es jugar la final y perderla. En cambio, quedar tercero tiene el consuelo de volver a casa con una última victoria. Pero nuestro sistema electoral, pergeñado en la Transición para generar gobiernos fuertes y concentrar en dos opciones mayoritarias la sopa de letras que formaban los partidos surgidos al albur de una democracia naciente, premia a los finalistas y condena al tercero al ninguneo. Salvo que como parece que apuntan las encuestas, el ganador quede tan lejos de la mayoría que sea necesario recurrir a la situación inédita en España de un gobierno de coalición. Lo más interesante de este momento de volatilidad electoral es que un buen acierto puede valer un gobierno y cualquier error infantil, llevar a un partido a la debacle y a su líder al desván de la historia. Hace unos días, el Partido Liberal canadiense que inició la campaña tercero en las encuestas, ganó las elecciones con mayoría absoluta. Sirva de aviso a navegantes. A todos.

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