Quosque tamdem

luis Chacón

Los tontos del bulo

CADA vez que oigo la manida frase en este país, no cabe un tonto más, recuerdo la réplica ácida e ingeniosa de aquel viejo profesor de los Maristas que apostillaba: no desprecien jamás la elasticidad de nuestras fronteras. Supongo que a todos les habrán llegado mensajes, sobre todo a través de redes sociales, y siempre de gente que sabe, avisando sobre tal o cual alerta o advirtiendo de que existe un peligro inminente de atentado.

Me sorprende la cantidad de gente normal que conoce a alguien que es amigo de otro que sabe de buena fuente lo que puede ocurrir en tal o cual sitio y te lo comenta -porque te aprecio, y tú lo sabes- en la barra del bar de la esquina. Pero lo que provoca auténtico impacto como ciudadano de un país democrático es la explicación de los, según ellos bien informados, sobre el clamoroso silencio de las autoridades: es para no crear pánico, te dicen. A ver, seamos un poco racionales; esto es como si en plena Batalla de Inglaterra, por no crear pánico entre la población británica, Churchill hubiera ordenado no habilitar refugios subterráneos, ni avisar con sirenas a la población civil del ataque de los escuadrones de la Luftwaffe y de los inminentes bombardeos. Habría pasado a la historia como un primer ministro irresponsable y su actitud se habría calificado de inconcebible e inadmisible, cuando no de alta traición.

Siempre ha habido quienes, por ansia de protagonismo, inconsciencia o maldad, han inventado o propagado bulos. No nos engañemos, hacer creer a quienes te rodean que eres un tipo con amistades es algo que a cualquier sinsorgo de tres al cuarto le hace creerse el James Bond del barrio aunque, con suerte, no pase de ser una sombra del Anacleto, agente secreto de nuestra infancia. Hay bulos más o menos inofensivos y otros, como los que se han expandido estos días, absolutamente irresponsables y en muchos casos, delictivos. Habrá que separar el trigo de la paja, o lo que es lo mismo, a los tontos del bulo de los delincuentes que los pergeñan y dar a cada uno el trato que le corresponde. Pero sobre todo, hay que ser conscientes de que, como ha ocurrido este fin de semana en Bélgica, cuando las amenazas sean reales, los gobiernos las harán públicas y tomaran las medidas oportunas. Y entre tanto, hagamos lo que recomendaba el viejo cartel británico de la II Guerra Mundial, mantener la calma y seguir adelante. Keep Calm & Carry on.

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