EN algún viejo wéstern se ve a Lincoln haciendo campaña desde el pescante de un tren. Se detiene en cada estación, le reciben a los acordes de Yankee Doodle, dedica unas palabras a la multitud que se arremolina en el andén y sigue su camino. Ya no se aúpan los candidatos a un cajón de madera para lanzar sus ideas al viento e intentar convencer a cualquiera que pase, pidiéndole su voto. También son historia los mítines multitudinarios que buscaban convencer al votante. Son antiguallas para nostálgicos y convencidos. A un mitin se va a aplaudir y a ondear banderas cuando el jefe de campaña hace la señal de que se va a entrar en directo en el telediario de las nueve: el líder corta bruscamente el discurso y lanza las cuatro ideas fuerza redactadas por el equipo de prensa.

Desde que JFK demostrara que la televisión es una baza importante, ser un candidato atractivo es un plus. Cualquiera que busque imágenes de la Transición entenderá que sus iconos sean Adolfo Suárez y Felipe González. Sobre todo, si los comparan con Fraga y Carrillo. Ronald Reagan, un maestro de la comunicación política, gestó la idea de la 'propuesta única' que consiste en seleccionar un asunto potente, sea para centrar los debates en las propias fortalezas o ahondar en las debilidades del adversario. Y como esta eterna campaña está resultando muy distinta a las demás, parece que se ha hecho un batiburrillo con todo lo que pudiera ser útil.

La 'propuesta única' de este 2015 es presentar a los candidatos como gente cercana y normal aunque se acaben de bajar del coche oficial. Y así, aparte de desterrar la corbata con la misma rapidez que los sans culottes suprimieron las calzas, hemos visto a todos los candidatos pasearse por la tele con más hambre de cámara que un extra de Ben Hur. No han ido a ningún programa cultural; será porque con las televisiones que sufrimos, esos espacios son más raros que un político culto. Pero han cantado, bailado, tocado la guitarra y corrido un rally; se han subido a un globo y hasta han comentado el fútbol en la radio. Nos han contado anécdotas intrascendentes y se han sincerado -o eso dicen- con los entrevistadores, aunque de lo que harán, han contado poco. De tanta complicidad parece que vamos a casarnos con ellos y no, lo que haremos el 20-D será elegir gobierno. Y los gobiernos, si alguna vez te mandan flores, es porque te las han cobrado antes a base de impuestos.

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