Quosque tamdem

luis Chacón

La lista de la vergüenza

DECÍA Benjamín Franklin que "en este mundo, ninguna cosa es cierta salvo la muerte y los impuestos". Y al fin, casi tan tarde como queremos la visita de la parca, se ha publicado la Lista de Morosos de la Hacienda Pública que sólo incluye a los que adeudan más de un millón de euros. Es justo que los ciudadanos conozcan a quienes retrasan el pago de sus impuestos perjudicando al resto de la sociedad. Sobre todo, cuando muchos de los morosos se presentan como triunfadores en el mundo de los negocios, no se apuran en aconsejar a tirios y troyanos y hasta publican libros infumables escritos por algún cobista asalariado en los que se vanaglorian de su aparente pericia empresarial.

Más ridículo aún ha sido ver como los gabinetes de prensa de algunos de estos morosos han saltado a la palestra con el sofoco propio de una ofendida damisela romántica aduciendo que su deuda está aplazada y por tanto, no deben aparecer. Quizá desconocen que aplazar el pago no es pagar y que moroso es quien incurre en tardanza en el cumplimiento de una obligación desde que es exigible. Así que menos llorar y más cumplir.

Pero, aparte de una deuda de 15.611 millones de euros, lo que refleja la lista de 4.855 morosos que les recomiendo consultar si quieren comprobar la diferencia abismal que separa lo que dicen ser algunas empresas de lo que realmente son, es un auténtico tratado de historia económica. La Lista Montoro parece un informe forense del CSI. Disecciona la realidad de un ineficiente capitalismo de amiguetes, deudor del poder político y proclive a la corrupción que ha crecido gracias al crédito fácil y no a un razonable plan de negocio. En la lista abunda el ladrillo, las actividades subvencionadas, los concesionarios de servicios públicos y mucho, demasiado, gigante con pies de barro.

Ya que vivimos tiempos de regeneración, sería bueno que esta lista se analizara en una comisión parlamentaria. Habría que aclarar, entre otras cuestiones, cuánto de ese dinero se va a perder, cuántos contratos públicos y en qué condiciones se han adjudicado a estas empresas o porqué es tan fácil aplazar para algunos y tan quimérico para el ciudadano de a pie. Impagar impuestos es una estafa a la sociedad y un robo al resto de los ciudadanos. Por eso, ya va siendo hora de que aprendamos de otros países como Estados Unidos que han demostrado que la prisión es el mejor antídoto contra defraudadores y morosos.

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