Quosque tamdem

luis Chacón

El teorema de Sánchez

PEDRO Sánchez protagoniza una encomiable carrera de fracasos políticos. Bajo su liderazgo, el PSOE ha obtenido los peores resultados de su historia -en municipales y generales- y su menguada cuota de poder es, sin duda, la más raquítica desde la Transición. Pero el señor Sánchez es optimista y nota, en lo más profundo de sus entrañas, la llamada del poder. Se siente predestinado; hará de España la tierra prometida donde mana leche y miel. Supongo que intuye su elección por los dioses del Olimpo ya que no puede decir que quien le ha señalado para tan alto destino hayan sido los votantes.

Le da igual que la aritmética parlamentaria sea tozuda y que lo que llama acuerdo de progreso sea imposible si no suma a los independentistas. Y aún consiguiéndolo, la necesaria reforma constitucional es inviable sin el PP, dada su mayoría absoluta en el Senado y su minoría de bloqueo en el Congreso. Pero eso, al inefable Sánchez le da igual. Se cree el elegido, el mejor, el único... O él, o el caos. O César, o nada. El señor Sánchez es uno de esos tipos que cada mañana se mira al espejo y exclama: ¡Señor, para qué tanto!

De niños contábamos con los dedos. Cuando nos daba vergüenza que nos vieran, ocultábamos las manos a la espalda o en el bolsillo pero lo hacíamos igual. Más tarde, con papel y lápiz llegábamos a dominar lo que nuestros abuelos llamaban las cuatro reglas y hasta participábamos en torneos escolares de cálculo mental. Después vinieron las calculadoras y ahora Pedro Sánchez y ya sumamos con ilusión y progresismo. En mayo, el ínclito Secretario General socialista casi proclamó que había ganado unas elecciones municipales en las que el PSOE quedó segundo con una pérdida, respecto a las anteriores, de setecientos mil votos. Ya en diciembre, con el grupo parlamentario socialista más famélico de la historia se arrogó el respaldo de la mayoría social para encabezar un gobierno de progreso. Y en estos días, ha enunciado el Teorema de Sánchez de la aritmética política que se resume en la siguiente proposición: 161 es mayor que 163 siempre que el cálculo se realice en la Carrera de San Jerónimo y yo sea presidente del Gobierno. Firmado, Pedro Sánchez.

Parece que el ilustre político y diletante matemático va a concretar las cuatro reglas de nuestros abuelos en sumar ambiciones, restar acuerdos, multiplicar los problemas y dividir a los españoles. Lo que se dice todo un líder.

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