LA partida entre Saemisch y Nimzovich (Copenhague, 1923) se conoce como la inmortal de zugzwang. Ambos jugadores estaban lejos de desbancar a los genios de su época como Capablanca, Alekhine o Lasker. Pero descollaron como pensadores y creadores en ese milenario juego de amagos, engaños, estrategias, demostraciones de fuerza y fintas intelectuales, tan parecido a la política y a la guerra - su continuación por otros medios, en palabras de von Clausewitz- que es el ajedrez.

Zugzwang es una palabra alemana sin traducción precisa que define ese momento de la partida en el que un jugador, si es consciente de la situación que refleja el tablero, se encuentra ante un grave dilema. Está obligado a mover. Pero haga lo que haga, empeorará su situación y llegado un momento, sea cual sea la jugada que decida, perderá la iniciativa y casi siempre la partida. Estar en zugzwang, sobre todo en los finales, te lleva de una posición de victoria a otra de tablas, o de esta a una de clara derrota. En definitiva, todo se reduce a un muevo para perder.

Aunque lo habitual es que el zugzwang se concrete con sólo un puñado de fichas, lo más asombroso e interesante de la famosa partida de Copenhague es que se llegó a él con casi todas las piezas en el tablero. Algo parecido a nuestra situación política actual. Estamos en tal punto de bloqueo que hagan lo que hagan los líderes políticos, todos pierden. Y además, existe la posibilidad, más que habitual a lo largo de la historia de que nadie gane realmente nada. No sé si los cuatro jinetes de la política española son aficionados al ajedrez pero de lo que estoy seguro es de que están ante un autentico zugzwang.

Por lo pronto, su incapacidad para alcanzar acuerdos les hace perder el poco respeto ciudadano que aún mantenían e individualmente, el aún presidente Rajoy se ha consagrado como un inerte e indolente don Tancredo que ni limpia, ni ensucia; Pedro Sánchez, como el fantasma de Canterville, ya sólo es el hazmerreír de los inquilinos del castillo; Pablo Iglesias que no ha entendido que la política no es un mitin permanente ni el Congreso una asamblea de Facultad se ha desinflado como líder y Albert Rivera, el de las buenas palabras y la imagen amable ha sido incapaz de armar una mayoría, razón por la que podría obtener más votos en junio pero menos influencia. Así que lo dicho, zugzwang político, tablas para todos y un año perdido para España.

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