Paso de cebra

josé Carlos Rosales

Pulsiones totalitarias

NI a Donald Trump ni a Pablo Iglesias les gustan los periodistas incisivos o impertinentes. Bueno, en realidad, lo que no les gusta es la libertad de prensa, el periodismo sin adjetivos, la libertad de información. Donald Trump expulsó de uno de sus encuentros con la prensa a un periodista estadounidense de Univisión; era Jorge Ramos y había hecho una pregunta impertinente: "¿Cómo piensa el señor Trump expulsar de Estados Unidos a más de 11 millones de indocumentados?" Y a Pablo Iglesias le incomodan los trabajos que el periodista Álvaro Carvajal publica en el diario El Mundo; por ejemplo, aquel que se titulaba "Hola, me llamo Pablo Iglesias y busco trabajo de Presidente". Tanto le incomodan a Iglesias los escritos de Carvajal que el pasado jueves, señalándolo con el dedo, afirmó en la Universidad Complutense de Madrid que muchos "periodistas están obligados profesionalmente a hablar mal de nosotros". Hace pocas semanas, Corey Lewandowski, el jefe de campaña de Trump, retorció un brazo a la periodista Michelle Fields en Florida para evitar que se acercara al candidato y pudiera hacerle una pregunta, tal vez inconveniente. Y los seguidores de Iglesias aplauden y vitorean las mofas de su jefe, sobre todo si las dirige a los que señalan los inquietantes sustratos totalitarios de Podemos. Lo ha dicho la Asociación de Periodistas Parlamentarios, "la mofa, el escarnio, la ridiculización hacia un informador resultan absolutamente intolerables en una sociedad libre, abierta y democrática".

A veces estos políticos bravucones piden disculpas (sólo por las formas) para reafirmarse a continuación en el sentido último de sus apreciaciones. Así lo hizo Pablo Iglesias: pidió disculpas (relativas) para referirse después a la conveniencia de fiscalizar políticamente a los medios de comunicación. No es la primera vez que lo hace: su modelo sería la bolivariana Ley de Comunicación (apodada Ley Mordaza) aprobada en Ecuador en 2013. En fin, Hugo Chávez era otro consumado experto en ridiculizar a los periodistas incómodos. Y también Federico Trillo, antiguo ministro de Defensa, que en febrero de 2004 arrojó una moneda a la periodista que le preguntaba por las supuestas armas de destrucción masiva, las que sirvieron como vil excusa para invadir Irak. Así era Trillo. Así es Donald Trump. Así era Hugo Chávez. Así es Pablo Iglesias. Así son las pulsiones totalitarias: no soportan el periodismo incisivo, impertinente. No soportan el periodismo.

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