Quosque tamdem

luis Chacón

Ochenta años

HOY cumple mi padre ochenta años. El día que nació se presentía la guerra. Así que como tantos otros, sufrió sus terribles consecuencias sin provocarla, ni pegar un tiro en el frente. Fueron niños que trabajaban antes de cumplir los quince porque en este país, aunque ya nadie lo recuerde, prefieran ocultarlo o no acordarse, mucha gente pasó hambre. Y no poca. Niños que oían estraperlista y debían pensar en un tragaldabas que se comía su merienda porque nadie les decía que un montón de sinvergüenzas conchabados con quienes detentaban el poder se enriquecían en el mercado negro especulando con el hambre de los demás.

Tras una larguísima posguerra, muchos de esos niños que se relamían con la leche en polvo de los americanos, estudiaron en horario nocturno mientras trabajaban en dos o tres sitios a la vez. Entonces, viajar era hacer la mili en Madrid y ver jugar a Di Stéfano, Puskas y Gento, un regalo de Dios. Después, unos aquí y otros enviando divisas desde la emigración, reconstruyeron a pulso un país devastado. Sólo supieron de esfuerzo, entrega y humildad. Y en medio de esa vorágine, se casaron, nacimos, trabajaron para darnos la mejor educación posible, consiguieron que la Universidad dejara de ser para ricos y le ofrecieron a España la primera generación más preparada de la historia que fuimos los del baby boom. Luego ya vinieron Jasp, Erasmus, Ninis y demás hornadas, todas tan preparadas como quejicas si nos comparamos con esos niños de la guerra que se jubilaron después de cotizar medio siglo y de que el estado les racaneara en sus pensiones.

En los setenta, hicieron cola un buen puñado de horas porque querían decidir el futuro de España en aquellos gélidos diciembres de chaquetas de solapa ancha, corbatas imposibles y faldas pantalón. Votaron la Ley de Reforma Política y la Constitución y le dieron un Sí rotundo a esta democracia que disfrutamos. Los protagonistas de la Transición son como mi padre y mi madre, hombres y mujeres que ya no cumplen los setenta y no los tipos de cartón piedra del Cuéntame. Imagino que conscientes de su historia personal y desde la atalaya de la experiencia, no tienen más remedio que mirar por encima del hombro a tanto charlatán salvapatrias y buscavotos que no les llega ni a la altura de la zapatilla. Por eso, hoy quiero dedicar esta columna a mi padre y a todos los niños de la guerra y la posguerra. Felicidades, joven. Y muchas gracias.

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