El termómetro

ENRIQUE NOVI

La cuadratura del círculo

ESPECIALISTAS en darle la vuelta a la tortilla y convertir lo negro en blanco, lo malo en bueno y la bacía de barbero en el yelmo de Mambrino, los nuevos dirigentes del PP, esos jóvenes y aseados treintañeros que han puesto al frente de las subsecretarías a fin de dar una nueva imagen renovada cuyo cutis terso y labios turgentes nos hagan olvidar la podredumbre que carcome a toda la estructura, un día sí y otro también se ven en la tesitura de comerse un sapo que el propio Alonso Quijano podría haber confundido con invencible gigante.

Son las servidumbres de hacer carrera en el partido, de querer ascender en el escalafón, que uno debe olvidarse de sus principios, si acaso algún día los tuvo, y defender lo indefendible en aras de un bien mayor: el de perpetuarse en el poder para que los buenos españoles podamos seguir agradeciendo a Rajoy y a los suyos habernos rescatado de la miseria a la que nos condenó el buenismo y la torpeza de Zapatero. Poco importa que este dejara un superávit en la hucha de las pensiones de más de 70.000 millones de euros y que en cambio el buen gestor que es por definición el político del PP se haya pulido 60% de ese fondo en una sola legislatura; o que el déficit, sacrosanto concepto en nombre del cual los buenos españoles hemos aceptado todo tipo de apreturas, se haya elevado hasta superar el 100% del PIB y nos vaya a costar una multa milmillonaria por parte de Bruselas.

El último ejemplo de rueda de molino inabarcable que nos han querido hacer tragar esta nueva generación de impolutos jóvenes dirigentes lo hemos padecido esta semana a propósito de la fianza de 1,2 millones de euros que el juez José de la Mata ha impuesto al partido por la caja B, como responsable civil subsidiario por las cantidades que no han aportado sus extesoreros Bárcenas y Lapuerta. En un jocoso ejercicio de ingeniería verbal, Andrea Levy ha estado a punto de superar la indemnización en diferido de Cospedal tratando explicarnos que la fianza -palabra que ha eludido- no era ni una condena ni una multa. Olé. Pero aún más cara dura le ha echado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría que, en una reflexión que aún no sabemos si calificar de patinazo o de calculado sofisma, ha tenido el cuajo de afirmar que debemos estar tranquilos porque, dado que los partidos, incluido el suyo, se financian mediante los presupuestos generales del Estado, no hay riesgo de impago. Es decir, no pasa nada porque somos todos los españoles, al menos los que pagamos impuestos, votemos o no al PP, los que vamos a sufragarla. Después de esa cuadratura del círculo hasta las gruesas acusaciones de prevaricación que han vertido Hernando o Cifuentes sobre de la Mata son naderías.

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