DESDE hace años, la RTVA vive una crisis que no sólo es económica e institucional, sino también, y sobre todo, de modelo. Podemos hacer una radiotelevisión pública andaluza más austera y barata, pero de nada servirá si ésta sigue siendo un burdo instrumento de manipulación política -como suele ocurrir con casi todos los canales públicos de España- que, para colmo, se empeña en reproducir y alentar una imagen de Andalucía que vive de los tópicos más manidos y sonrojantes.

Muy lejos queda aquella esperanza con la que la sociedad recibió a la RTVA en 1989, cuando todavía se nos decía que sería una herramienta para solucionar déficits clásicos de nuestra tierra: la ausencia de vertebración entre la Andalucía oriental y la occidental, los complejos culturales y lingüísticos frente al centro y el norte de España, la falta de autoestima como sociedad, etcétera. Hoy por hoy, Canal Sur es una televisión que muy poco tiene que ofrecer a la Andalucía más moderna y emprendedora y se contenta con emitir una programación caduca que nos cuesta 35.000 euros cada noche que van a parar a empresas formadas por ex directivos del ente público. En total, la RTVA chupa anualmente 112 millones de transferencia más 25 millones de fondo social.

El reciente cese del directivo Antonio Ramírez y la crisis de interinidad que vive Canal Sur no son más que algunos de los muchos síntomas de una grave enfermedad. La RTVA se ha convertido en un serio problema cuya solución se aplaza continuamente sin que sepamos muy bien por qué. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, debería de tomar conciencia para atajar de una vez por todas la decadencia progresiva de la radiotelevisión de nuestra comunidad. Los andaluces no necesitamos para nada un medio de comunicación que es parcial políticamente y folclórico -en la peor acepción de la palabra- culturalmente. Podemos comprender una RTVA que sea sostenible económicamente y que sirva como una herramienta de transformación y mejora de la sociedad, pero no lo que tenemos ahora.

El que el actual modelo de la RTVA es un fracaso lo pone en evidencia no sólo sus cuentas y su descontrol institucional, sino el hecho de que la sociedad para la que ha sido creada le ha dado definitivamente la espalda. En la actualidad, apenas un 9% de la audiencia sigue los programas de Canal Sur TV. Demasiado poco para una televisión que pretende ser "la nuestra".

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