Brindis al sol

Alberto González Troyano

La literatura cuenta

EN estos días nos llega de Francia un conmovedor ejemplo de libertad y gusto personal. Es decir, de una elección realizada sólo en función de lo que agrada individualmente, sin dejarse arrastrar por las opciones dominantes y modas del momento. Quizás por ello mismo, allí golpean tanto los fanáticos que quieren establecer, en todo el mundo, un sistema único de creencias y costumbres.

Como en otros lugares, allí también existen exámenes de selectividad que posibilitan la entrada en facultades y centros universitarios. Pero, a diferencia de otros países, no se trata de un mero obstáculo. Las pruebas son homogéneas para toda la nación y por la calidad de sus ejercicios gozan de buen reconocimiento en los ámbitos docentes superiores. Además, como una muestra más del papel desempeñado por la enseñanza como pilar del Estado, la persona que obtiene la mejor nota se convierte en una gloria nacional. Todos los medios de comunicación la entrevistan y airean su nombre, se difunde su todavía breve biografía, los ministros la telefonean y reciben. Por tanto, durante días su comportamiento es ofrecido como un modelo que, con su opinión, abre caminos a otros compañeros.

Pero este año se han dado dos sorpresas: la primera sólo es concebible en un país tan cartesiano como Francia, ya que la estudiante, Emilie Laurent, ha obtenido 21,22 puntos sobre 20. Es decir, ha sobrepasado el máximo. Algo que puede extrañarnos pero que, en las calificaciones francesas, resulta posible y que da testimonio de la prodigiosa capacidad de esta joven del Alto Loira. La segunda es mucho más llamativa: como es habitual, dada la excelencia de sus trabajos, todos los grandes centros de formación -desde las grandes y sofisticadas escuelas superiores hasta las facultades de enseñanzas más punteras y tecnológicas- han pretendido seducir a la nueva estrella. Pero Emilie, a pesar de su más que notable inteligencia, no se ha dejado ilusionar por esas carreras tan recomendadas socialmente para triunfar en los tiempos que corren. Y simplemente, para escándalo y desengaño de muchos, ha decidido seguir su gusto personal y estudiar literatura. Sencillamente, le atrae el mundo de los libros. Cabe preguntarse qué habrá en ellos para que una cabeza tan brillante quiera dedicar su vida a leerlos y comentarlos. Debe tratarse de una chica rara, que sólo puede darse en Francia, el único país donde "la literatura cuenta" y donde saben que escribir y leer es aún la mejor arma para disfrutar de la vida y para combatir a los fanáticos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios