Quosque tamdem

luis Chacón

Gobierno a la Sacromonte

AUNQUE son varias las historias que se cuentan sobre el origen de la tortilla Sacromonte, la más extendida es la que dice que en la madrugada del día de san Cecilio, unos ladrones robaron los corderos con los que la Abadía pensaba agasajar a las autoridades y que oreaban al relente de la noche. Entonado el ite missa est, conoció el Abad la mala nueva y lejos de amilanarse, rebuscó en la fresquera hasta encontrar los sesos y criadillas de los jugosos ternascos desaparecidos, algunas verduras y una cierta provisión de huevos. Así que ni corto ni perezoso, pidió al cocinero que abreviara el llanto, avivara los fogones, encendiera las mientes y pusiera todo su buen hacer y su sabiduría al servicio de los ilustres invitados para ofrecerles lo mejor que pudiera aviarse con tan exiguas provisiones. Dicho y hecho. Servida y bendecida la mesa, los próceres venidos de la ciudad saborearon un manjar de dioses que hoy conocemos como tortilla Sacromonte. Y es que de todos es sabido que puede más la imaginación en la precariedad que la rutina en la abundancia.

Los españoles votamos en diciembre. Como a nuestros políticos no les satisfizo suficientemente el resultado, actuaron como niños caprichosos y entre enfado, llantina y verraquera nos hicieron volver a las urnas en junio. Y ahora, supongo que atontados y con las meninges reblandecidas por el intenso calor de la canícula, parecen buscar otro retorno a las urnas, ataviados de nuevo con gorros, guantes y bufandas. Votar por tercera vez no será un fracaso de España ni de los españoles sino de los líderes que nos han ofertado los partidos políticos. Ya quisiéramos nosotros poder votar a estadistas, a oradores de culto verbo, a políticos que supieran escribir tres frases seguidas sin cometer faltas de ortografía o de sintaxis, ni colarnos algún palabro en politiqués, ese extraño engendro que suelen farfullar para que no les entendamos. Incluso nos gustaría votar para diputados y senadores a gentes con pasado profesional que supieran lo que es cotizar a la Seguridad Social. Pero en las papeletas vienen los nombres que vienen y que han decidido los partidos.

Así que la responsabilidad es suya. Y si el cocinero del Sacromonte logró cuajar una deliciosa tortilla con un poquito de casquería, tampoco debe ser tan difícil formar un gobierno con la que tenemos sentada en la Carrera de san Jerónimo. Se trata de mezclar sesos y criadillas.

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