Quosque tamdem

luis Chacón

El Misterio de la Carretera de Moncloa

EN el caluroso verano de 1870, el Diario de Noticias de Lisboa sorprendía a sus lectores insertando una nota que decía: "A punto de cerrar nuestra edición, hemos recibido un escrito singular. Se trata de una carta sin firma enviada por correo a nuestra redacción que cuenta un horrible y misterioso suceso acaecido en la carretera de Sintra". Y así, entre el 24 de julio y el 27 de septiembre, los asombrados lisboetas fueron leyendo y desgranando el misterio que narraban aquellas cartas anónimas recibidas en la redacción del periódico. Las charlas de café, las tertulias de la alta sociedad y los corrillos del mercado esperaban expectantes cada nuevo pormenor del misterioso secuestro de un médico y su amigo escritor por cuatro enmascarados que se convirtió en el tema preferido de conversación desde el aristocrático Terreiro do Paço hasta el viejo y popular barrio de Alfama. Surgieron rumores, confidencias, teorías más o menos estrambóticas y hasta testigos que afirmaban haber visto u oído algo que podría aclarar el asunto. Todo quedó en un magnífico relato y una deliciosa travesura el día en el que Eça de Queirós y Ramalho Ortigão, dos jóvenes escritores noveles desvelaron que las cartas anónimas no eran tales y que el misterio de la carretera de Sintra no era más que un producto de su desbordante imaginación. Y de su elegante y exquisita pluma.

En este, no sé si más o menos caluroso, verano de 2016, la prensa española ni siquiera nos ha intentado sorprender con el aburrido tira y afloja político que en lugar de un 24 de julio, se inició un mes antes. Y así, desde el 27 de junio hemos leído un folletín aburrido y reiterativo en el que los personajes no aportan intriga alguna y lo poco o mucho que nos cuentan ya nos lo habían contado antes. Y además, con dos de ellos -Sánchez e Iglesias - más desaparecidos que los protagonistas del relato de Eça de Queirós y Ramalho Ortigão a uno de los cuales definían los autores como un hombre sin grandeza ni atractivo que carecía de elegancia, ingenio, dignidad y hasta ortografía. Excepcional perfil que cada uno de ustedes podrá dedicar a quien le plazca.

Hasta que ayer aparecieron los señores Rajoy y Rivera que a imitación de aquellos dos jóvenes escritores se han desvelado como los autores de un acuerdo de investidura que no sabemos si solucionará, de una vez, el misterio de la carretera de Moncloa.

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