Reducir el uso de antibióticos, un objetivo urgente

LA comunidad científico-médica internacional lleva tiempo avisando de la progresiva pérdida de eficacia de los antibióticos. La razón principal es que, debido al abuso de estos medicamentos, las bacterias han ido mutando y desarrollando sistemas de resistencia a sus efectos. De hecho, ya se ha detectado que algunos de estos microorganismos, uno de los principales causantes de las infecciones, se han vuelto totalmente resistentes a los antibióticos. Estamos ante un auténtico problema para la humanidad, que había conseguido reducir considerablemente la mortalidad por enfermedades infecciosas desde que Alexander Fleming revolucionase la medicina con el descubrimiento de la penicilina. Basta recordar grandes pandemias como la peste negra, que asoló numerosas ciudades europeas en varias oleadas durante el Antiguo Régimen, para comprender cómo era un mundo sin antibióticos.

Es una paradoja: los antibióticos, considerados hasta hace poco casi milagrosos, están dejando de ser efectivos, precisamente, porque funcionan muy bien. Es decir, están muriendo de éxito. El abuso de estos medicamentos se ha debido, principalmente, a un abuso en su receta por parte de los médicos (muchas veces ante la presión de los propios pacientes) y a la tan nociva automedicación practicada por personas sin ningún conocimiento sanitario, las cuales muchas veces usaban antibióticos para curar enfermedades provocadas por microorganismos totalmente inmunes a sus efectos, como es el caso de los virus.

Hace ya tiempo que las autoridades sanitarias decidieron atajar ese problema y ahora le toca al común de los ciudadanos concienciarse de que estamos ante un problema grave que hay que atajar urgentemente. En este sentido, ayer tuvimos una muy buena noticia: el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha reducido en tres millones las prescripciones de antibióticos de los médicos de familia y pediatras de los centros de salud durante el primer trimestre del año, lo que implica un descenso del 17%. Este esfuerzo debe ser apoyado por los pacientes teniendo confianza en los médicos y no exigiendo la receta de antibióticos cuando no son en absoluto necesarios. Probablemente, con el tiempo y la investigación científica, se encontrará una solución al problema, pero todos tenemos que poner nuestro grano de arena. La reducción del uso de antibióticos no debe sernos ajena.

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