El termómetro

ENRIQUE NOVI

Colgados del teléfono

SI le suena la canción Hanging on the Telephone, seguramente conozca la versión que en 1978 llevó a las listas de éxitos la sicalíptica Debbie Harry al frente de la banda neoyorquina Blondie. En realidad la canción había sido compuesta por un tal Jack Lee y publicada un par de años antes en un ep homónimo firmado por The Nerves, un desconocido trío de Los Angeles, en activo entre 1975 y 1978 que solo publicó en vida ese disco, por el que hoy en día se paga un potosí. Si existe un grupo al que le se le pueda aplicar con propiedad el calificativo de seminal, es sin duda The Nerves, pues tras su disolución, sus tres miembros iniciaron nuevas aventuras con desigual éxito, pero todas reconocidas por los aficionados al power pop. Peter Case lideró The Plimsouls y Paul Collins hizo lo propio con The Beat, mientras que Jack Lee lo intentó por su cuenta, después de ver como Blondie triunfaba con su canción, que había conocido durante una gira californiana en la que The Nerves ejercían de teloneros. Traigo hoy aquí Hanging on the Telephone, una canción que en 2:02 minutos glosa la angustia juvenil de un tipo que se queda 'colgado' o pendiente del teléfono esperando la llamada de la chica que le ha robado el corazón, para referirme a los miembros de la Academia Sueca que han visto, incrédulos, como el señor Dylan, flamante pero despreocupado nuevo Nobel de Literatura, ni respondía ni devolvía sus llamadas, dejándolos, literalmente 'colgados del teléfono', que sería una traducción aproximada de la canción. A los académicos escandinavos les habría bastado con ponerse en contacto con los encargados de protocolo del Príncipe de Asturias para saber que a Bob Dylan ni le van ni le vienen estos reconocimientos. En su día vieron como al músico norteamericano no le pareció estímulo suficiente para ponerse al teléfono ni siquiera un "pero, ¿le ha dicho vd. que es el propio Rey de España el que quiere hablar con él?" espetado al otro lado al representante de su compañía en los Estados Unidos. Mucha ha sido la controversia desatada desde el viernes pasado, desde luego mucha más que cuando se lo conceden a un autor o autora de una literatura por descubrir a nivel internacional y que por tanto nadie ha leído, y muchas las tonterías escuchadas en tertulias y redes sociales. Porque en el fondo, y por muy conocido que sea el nombre de Bob Dylan, pocos son los que conocen su obra, más allá del cliché del cantante protesta de hace más de 50 años. Como esa tertuliana derechista que lo reclamaba, "si querían dárselo a un cantautor", para mejores opciones "como Jacques Brel", obviando el hecho de que el belga murió en 1978 y el Nobel solo se concede a autores vivos.

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