La chauna

José Torrente

Cuarenta y cinco de Villamena

DICEN que fue en un abrir y cerrar de ojos. Dicen que nadie lo sospechó, al menos, más abajo de la planta noble, y menos aún en la rotativa. Dicen que el mazazo, seco y duro, hinchó los párpados y humedeció las mejillas de todos. Los que se iban a la cola del SAE, tantas veces fotografiada y publicada para otros, pero ahora, con ellos de protagonistas. Dicen que el último aliento sonaba herido, hervía balbuceante. Con ellos, se cierra una ventana que cada mañana abría Granada a la libertad.

No siento más dolor ahora que con cualquier otro ERE, de Granada o del Puerto de Santa María. Tampoco un ápice menos que cuando le tocó a los 26 de TeleIdeal, o a los 12 de RTVE. A pesar de tantos "eres cotidianos", uno no se acostumbra. La crisis, una vez más, ha vencido a las expectativas. Seguir era perder. Ésta crisis que los hoy gobernantes negaban no hace tanto, se ha cobrado cuarenta y cinco víctimas más entre trabajadores de nuestra ciudad.

Para los periodistas que sirven a los medios de comunicación y la publicidad que los sostiene, la crisis de Zapatero no es moco de pavo. Desde el Servicio Público de Empleo Estatal nos informan que hay más de 5.100 plumillas desempleados, casi dos mil más que hace un año. El presidente de la Asociación de la Prensa habla de "catástrofe". Y desde La Opinión de Granada, desgraciadamente, van a ampliar la cifra. Serán cuarenta y cinco almas más, son cuarenta y cinco números más para la crisis española. Cuarenta y cinco penas individuales y una pena colectiva: la que asoma tras cerrar una puerta a la información.

Esta Chauna antipatriota, por hablar de crisis cuando no estaba permitido, mezcla hoy su dolor con los cuarenta y cinco de Villamena, y les expresa su sentimiento de solidaridad por su causa, que les ha llegado de sopetón. Ojalá que el destino les ayude pronto a hablar de lo de hoy como una anécdota del ayer. La creación de empleo es quién más puede hacer por olvidar el dolor actual, y ésta crisis, sin más empleos, será más crisis, y más larga.

El periodismo libre no debe tener límites, ni contrapuntos. Y en esta democracia, que tanto tiene aún por construir, los cuarenta y cinco de Villamena, serán imprescindibles.

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