Paso de cebra

José Carlos Rosales

Sin Campus de Excelencia

LOS planes estratégicos de modernización de la Universidad de Granada no han logrado la calificación suficiente para traer a estas tierras la denominación de Campus de Excelencia Internacional. El mérito se lo han llevado otros. Y no sólo el mérito o el aprecio: las universidades de Barcelona y de Madrid ha acaparado el 50% de los fondos adjudicados. Y es que el inapelable comité de expertos (españoles y extranjeros) que, en la tarde del jueves pasado, hizo público su veredicto final, no sólo distribuía honores, distribuía sobre todo dinero. Ya se sabe, sin dinero no hay ciencia.

Unos días antes, Teodoro Luque, catedrático de Comercialización y máximo responsable del proyecto del Campus de Excelencia Internacional de la Universidad de Granada, declaraba en las páginas de este mismo periódico: "Independientemente del resultado que obtengamos, la inercia que ha generado esta candidatura, con multitud de adhesiones y de apoyos en que todos han arrimado el hombro para un proyecto territorial, ya es un efecto muy positivo para la Universidad." Y si, indudablemente, el profesor Luque llevaba razón antes de que se hiciera pública la decisión de los expertos, más razón habría que darle ahora que ya no hay fondos, distinciones u honores. Porque la ciencia no sólo se hace con dinero. También necesita apoyo político y administrativo, calor institucional, un poco de respeto y una dosis sensata de paciencia.

Además, y no habría que olvidarlo, si se quiere conseguir una distinción científica de enorme calado simbólico (la de Campus de Excelencia Internacional), habrá que armarse de valor y de astucia: estos certámenes nacionales e internacionales en los que se reparten cantidades gigantescas de dinero y prestigio no creo que sean reuniones inocentes, reuniones donde sólo se prime el análisis objetivo de las candidaturas presentadas. Sospecho que en los pasillos de los certámenes de esta clase habrá sinergias inducidas, simpatías conquistadas a golpes de teléfono, redes de amigos, favores que se pagan. No sé si las instituciones (políticas y académicas) que han apoyado a los profesores y departamentos de la Universidad de Granada se habrán planteado alguna vez esa necesaria labor de fontanería sumergida que casi siempre precede a la consecución de un premio. Me temo que las Universidades de Madrid y de Barcelona saben dónde se mueven. Así que, dado el notable rigor de los proyectos estratégicos granadinos, esperemos que en la próxima ocasión la Universidad de Granada se sepa vender más o mejor, y con algo más de astucia.

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