cámara subjetiva

Ángeles Mora

Libros y 'Libros'

EN estos días, cuando Granada se ha llenado de libros en las casetas de Puerta Real y en otros diferentes espacios ciudadanos, en estos días en que la poesía se sube a los autobuses y los escritores -foráneos y locales- ocupan nuestras calles, apetece hablar de libros. Así que quiero recordar uno muy especial que se presentó hace muy poco en La Cuadra Dorada.

Un libro muy especial, decía, se titula Cuando los libros eran Libros. Sorprende la mayúscula del final: ¿cuándo los libros fueron Libros? Me quedé fascinada tras su presentación y más aún leyéndolo. Lo publica la editorial Comares en su colección de Guante Blanco y su autor es un joven investigador de nuestra universidad llamado Juan García Única. ¿Cómo es posible que un libro dedicado al estudio de la literatura medieval no resulte un mamotreto árido y por el contrario te enganche como una buena novela policiaca? Y no sólo eso sino que al mismo tiempo nos ilumine, enseñe y sea capaz de acercarnos a su objeto en una especie de asedio construido con sabia ironía, con elementos distanciadores y argumentos esclarecedores.

Argumentos que nos llevan al mundo de los libros, de lo que hoy llamamos libros y su significado, frente a lo que fueron los Libros medievales cuando reflejaban (y pretendían hacerlo) la voz de Dios inscrita en la Biblia, en la Naturaleza, en el mundo y la vida de cada día (que no era "vida" tal como la entendemos hoy), cuando nuestra tierra estaba quieta y en torno a ella giraban el sol y las otras estrellas. Luego, naturalmente, cuando nuestro sol se quedó quieto, vinieron los libros con minúscula, escritos por los hombres, los que sólo -pero nada menos pretendían expresar la palabra humana. Así el Libro, que era glosa de la Escritura, cedió finalmente ante el empuje de la "obra literaria", producto de un "autor-creador".

Aquella, la escritura que glosaba la voz de Dios, no es nuestra escritura, pero precisamente por eso nos atrae como si descubriéramos un continente ignoto. Para que veamos la distancia entre nuestro mundo y el medieval, Juan García Única nos expone en un magnífico prólogo la diferencia entre la Catedral de Burgos y el Empire State de Nueva York. Ambos pretenden tocar el cielo, pero ¡con qué sentido tan diferente!

Sólo que hay más. Aquellos libros eran manuscritos, anteriores a la imprenta. ¿Habrán desaparecido dentro de un siglo los libros de papel? Lo que es seguro es que no desaparecerá la escritura. Sencillamente: porque siempre trata -tratamos- de explicarnos el mundo.

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