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Un rincón azul y blanco, sin coches

  • El anejo de La Guardia, que cuenta con una de las playas más concurridas de la Costa, ha prohibido por primera vez el tráfico en el núcleo poblacional

Un pueblo en el que los turistas que van a la playa encuentren con casi total seguridad aparcamiento y que los vecinos no sientan las molestias de la avalancha de visitantes en sus calles, puede parecer una utopía, pero existe. En Granada, el anejo salobreñero de La Guardia vive este verano una experiencia piloto que, hasta el momento, parece funcionar donde otros veranos reinaba el caos por la estrechez de sus calles y lo concentrado de su núcleo. Ahora, los conductores dejan sus coches de manera gratuita en un parking, a la entrada de la población, con capacidad para 600 vehículos, y las vías urbanas se mantienen limpias de circulación, excepto para la entrada y salida de cocheras de residentes.

Una señal de prohibido el paso a vehículos que no se encuentren en esta última situación, hace que algunos 'despistados' paren, den la vuelta y dejen su coche en el gran descampado, donde abunda el espacio, sobre todo, en días laborales. Cuando se percatan de lo que está pasando -si este verano aún no han hecho parada en este lugar-, miran a su alrededor, y ven que todo el mundo lleva sus enseres de baño encima, pues apenas hay que caminar unos minutos -200 metros, aproximadamente- para llegar al mar. Este rincón de litoral es, además, uno de los preferidos de los habitantes de la Costa, por lo que los fines de semana suele estar muy concurrido.

Allí, hay una plaza (la de La Guardia) donde algún que otro "cara dura" se cuela, según los vecinos, pero la mayoría de los visitantes son respetuosos con la señal de prohibición, sin necesidad de mayores intervenciones. En caso contrario, las multas por no respetar la restricción oscilarían entre los 90 y los 140 euros.

En el trayecto hacia uno de los últimos baños del verano, tras haber pasado el ecuador de agosto, el turista también repara en los esfuerzos que ha realizado este núcleo poblacional en adornar su entorno, de blanco y azul, en mobiliario urbano, en fachadas… Tal y como fomentó el Ayuntamiento de Salobreña, incluso con un concurso de fotografía. Esta nueva imagen imprime en el pueblo un ambiente marinero, que está gustando mucho a los que acuden allí por primera vez o desde que ha comenzado esta iniciativa.

En esta playa familiar, en la que no faltan los servicios, como duchas o chiringuitos a pie de playa, se concentran durante estos días los residentes en los apartamentos vacacionales, que contrastan con la imagen habitual de este tranquilo anejo en el que el resto del año viven tan sólo 50 habitantes y que ahora multiplica por cuatro su población, y en el que el paseo por su playa de arena es agradable en toda época del año.

Según informaron desde la concejalía de La Caleta, "problemas de seguridad y de aglomeración de vehículos que dificultaban el tránsito en una zona de muy limitada por la falta de espacio" la llevaron a cerrar al tráfico este anejo.

Esta experiencia piloto comenzó el pasado 15 de junio y se prolongará hasta el 15 de septiembre, periodo durante el cual se está pudiendo estacionar en los terrenos dotacionales situados a la derecha de la entrada a La Guardia.

Para ello, se ha instalado una señal informativa a la entrada y dos de dirección prohibida en los accesos, aunque sí pueden pasar los propietarios de las cocheras, vehículos autorizados y carga y descarga. Se trata, como explica el jefe de la Policía, Alberto Sánchez, de "una experiencia nueva que ha buscado la seguridad de vecinos y visitantes de La Guardia ya que, al haber solo una vía de entrada y de salida, dificulta e incluso impide la entrada de ambulancias o vehículos de emergencias, algo que ya ha ocurrido en alguna ocasión".

En este mismo sentido se expresaba el concejal delegado del anejo, Gabriel Jerónimo, quien calificaba de "endémico" este problema de aparcamiento y pedía la comprensión y colaboración de vecinos y visitantes para poner fin a una situación que se repetía cada verano.

Ahora mismo, en una visita a La Guardia, tal y como ha podido comprobar este periódico, la armonía reina en este bonito rincón de la Costa Tropical.

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