la granada del siglo XXI

Bubión, en el corazón de Sierra Nevada

  • Son muchos los viajeros que han elegido la localidad alpujarreña para establecer su residencia definitiva

Bajando desde el municipio de Capileira, a pie, en coche o en bicicleta, se llega en apenas un par de kilómetros de trayecto al segundo pueblo situado en el Barranco del Poqueira. Colgando desde él se sitúa Bubión, una localidad de apenas cuatrocientos habitantes, en la que se sitúa uno de los alojamientos rurales más conocidos de la Alpujarra, la Villa de Bubión, que se presenta como un atractivo añadido para todos los que decidan pasar por la pequeña localidad.

Como sucede en el resto de pueblos de esta zona el entorno natural es sin duda su principal atractivo y al mismo tiempo se convierte en uno de sus principales motores económicos. Las vistas espectaculares del Parque Natural de Sierra Nevada se convierten en un espectáculo impresionante para cualquiera que pasee por las calles del pueblo.

Pero más allá de ese paisaje, la estructura de su núcleo urbano forma también parte de su encanto. Su arquitectura es la propia de los poblados bereberes, calles empinadas y viviendas escalonadas con tejados planos de pizarra y chimeneas. La imagen de los tinaos es otra de las que llama la atención de los que llegan por primera vez a la localidad, aunque para los que viven allí el paso a través de ellos forma parte de su día a día.

Antonio Méndez fue cartero en Bubión durante muchos años y conoce a la perfección cada rincón de su pueblo. Asegura, mientras charla en la calle con algunos vecinos y amigos, que no cambiaría el lugar donde vive por ningún otro. "Esto me gusta mucho más que la capital, aquí se vive más tranquilo, cuando voy a la ciudad estoy deseando volver" y no es el único, sus amigos afirman lo mismo. Méndez es consciente de las dificultades de vivir en una localidad situada en un enclave como éste, "lo único malo es que las comunicaciones son difíciles", aunque asegura que las cosas han mejorado mucho en los últimos años.

El turismo y una agricultura en decadencia son los principales sectores de trabajo y afirma que cada vez son más los extranjeros que deciden quedarse en Bubión para establecer su residencia definitiva. No hace falta que lo diga, sólo con pasear un ratito por la plaza el viajero se cruza, además de a los numerosos turistas cámara en mano y mochila a la espalda, a muchos que ya se han establecido allí. No parecen forasteros desde luego, pero el acento les delata, no nacieron en Bubión, aunque parece claro que han encontrado allí el sitio donde quedarse.

Y es que la Alpujarra genera en casi todos los que la conocen y la recorren una extraña atracción, una especie de hechizo que invita a quedarse más tiempo, a conocerla mejor, a disfrutarla en todos sus aspectos y con todos los sentidos.

En algunas de sus casas y calles se nota el efecto de alguna intervención, pero en cada una de las acciones se ha intentado cuidar al máximo cada detalle y tratar de mantener casi intacta la imagen tradicional de la zona, que para estos pueblos es una de las partes más importantes de su patrimonio y al mismo tiempo un gran porcentaje del encanto que invita a muchos a visitar sus calles.

La gastronomía y la acogida de sus gentes completa las bondades de este rincón de la provincia en el que los inviernos son duros pero los veranos muy amables.

Sus casas blancas con geranios y cortinas alpujarreñas a modo de puerta de entrada representan lo que no ha cambiado, pero los bubioneros no permanecen ajenos al mundo, simplemente han sido capaces de conservar aquello que los identifica sin necesidad de renunciar a aquellos avances que hacen la vida más cómoda.

Un lugar para perderse, para pasear, para olvidarse de casi todo y para pasar un tiempo de no hacer nada o disfrutar de la práctica de deportes como el senderismo o las rutas a caballo.

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