Semana Santa

La plaza de la Catedral se llenó para ver a la Virgen de la Esperanza

  • Una de las imágenes más esperadas, este año con una novedad: el Vía Crucis con tres pasos

El tiempo está siendo condescendiente con la ciudad accitana que está viviendo una Semana Santa plena y sin sobresaltos en lo atmosférico, previsiones que continuarán este Jueves Santo. Una de las fechas señaladas por los aficionados a la Semana Santa accitana es, sin duda alguna, la del Miércoles Santo con dos procesiones y cuatro imágenes, en una fiesta que se va consolidando como una de las más importantes de Andalucía. Alrededor de las nueve de la noche, multitud de accitanos se agolparon a las puertas de la Catedral, esperando la salida de la Virgen de la Esperanza. Poco después de las nueve se abrió la puerta de la Encarnación de par en par y salió a la calle una de las vírgenes que mayor devoción despierta en la ciudad.

La espectacular imagen de la Catedral y la Virgen, que presentaba diversas novedades y estrenos, no tiene parangón. Una vez ya en la calle, los aplausos no se hicieron esperar y una oración por la vida, acompañada de la bendición del obispo de Guadix, Ginés Ramón García Beltrán, supuso la salida de la carrera oficial, tras la primera subida al cielo y el inicio del recorrido por las principales calles accitanas.

En el aspecto participativo destaca la gran afluencia de público que se está concentrando en cada uno de los puntos de los recorridos de las cofradías, mencionando especialmente la carrera oficial, muy bien acondicionada al efecto. Quizá la presencia del buen tiempo, tan deseado por los accitanos o un espíritu cofrade cada vez más de manifiesto, pueden ser los motivos de tanta afluencia de público. Esta cofradía fue fundada en 1951 auspiciada por los funcionarios de la banca, hacienda, registro y cajas de ahorros de la ciudad. Se trata de una imagen para vestir y de autor anónimo perteneciente a la Escuela Granadina Contemporánea, de facciones delicadas y exquisito gusto.

El tocado, a la usanza española; el corpiño, del que prenden ricas joyas, y el elegante vestido blanco, firmemente trabajado, dan como resultado la fastuosidad y la delicadeza. Destaca su riquísimo manto verde labrado en oro, una de las joyas más preciadas de nuestra Semana Santa. El trono, plateado, es de gran riqueza y estilización.

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