Miércoles santo

El camino hacia la gloria

  • La jornada abría los días fuertes de la Semana Santa y eso se notó en la multitud de personas que llenaron las calles y siguieron a las cinco cofradías del día

TRADICIONALMENTE el Miércoles Santo es el inicio de los días grandes de la Semana Santa, aunque este año por el desarrollo que lleva la semana ha sido la continuación de la mejor semana posible. Una jornada además que es de las que más se conoce fuera de nuestras fronteras por el nombre de una cofradía, la de los Gitanos, que sigue siendo un reclamo no sólo turístico sino de granadinos que se ven atraídos por esta hermandad, por su puesta en la calle, por su cortejo, por su carácter particular y por el desarrollo, fundamentalmente, de su regreso hasta el Sacromonte entre saetas y hogueras. Una estampa que se reproduce en imágenes y que es protagonista de miles de vídeos.

Precisamente esta cofradía es la que comenzó ayer la jornada, que volvió a ser muy calurosa. Un día con cinco cofradías protagonistas que no defraudaron y que sumaron un capítulo más a la historia de la Semana Santa de 2015.

La primera parada fue en la Gran Vía, en la iglesia del Corazón de Jesús, desde donde salió el cortejo rojo y cobre de la cofradía de los Gitanos. Un cortejo extenso que se abría paso entre las cientos de personas que hicieron que la propia Gran Vía se quedara pequeña para recibir a esta corporación, que este año ha celebrado su 75 aniversario fundacional. Este año la hermandad estrenaba el paso del Cristo del Consuelo, que salió por primera vez en la salida extraordinaria de la corporación celebrada en octubre y que bajo diseño de Álvaro Abril da una impronta particular y diferente al paso de Cristo. Detrás, el palio de la Virgen del Sacromonte con su orfebrería en cobre como estética única de esta corporación.

Del bullicio que rodea al cortejo de los Gitanos se pasó al recogimiento de la cofradía de los Estudiantes, que volvió a poner en las calles un cortejo amplio, cuidado en los detalles y en su discurrir. Este año el misterio de la Meditación salía por primera vez a costal con los capataces Paco y Curro Carrasco. Un cambio que ha sentado bien a la hermandad y a la forma de andar del paso, que sus costaleras miman en cada chicotá de una estación de penitencia que ha sido la última en la que ha salido solo el paso de misterio ya que para la Semana Santa del año que viene se espera la incorporación del paso de palio de la Virgen de los Remedios, Reina de los Estudiantes.

Las otras tres cofradías del día encaminaban los pasos hacia el Realejo para ver a Penas, Rosario y Nazareno.

Desde la iglesia de San Matías hizo su salida penitencial la cofradía de Jesús de la Paciencia y la Virgen de las Penas, una hermandad que con un cortejo comedido hizo estación de penitencia con la preciada imagen de Jesús de la Paciencia de Pablo de Rojas, que procesiona en solitario sobre calvario de clavel rojo en su paso tradicional y personal paso de orfebrería. Detrás, el palio de la Virgen de las Penas, con exorno floral de rosas blancas en lugar de la hasta ahora habitual orquídea. Este año era importante también para la corporación de San Matías por la revitalización interna que está sufriendo y también por el hecho que sucederá después de la Semana Santa por la restauración de la Virgen de las Penas en el taller del sevillano Álvarez Duarte.

Su 'vecina' cofradía del Rosario dejó en la jornada el calor de un cortejo inmenso, de un auténtico espectáculo costalero y de unos pasos que son ejemplo en toda la Semana Santa. La plaza de Santo Domingo se quedó pequeña para la salida y sobre todo para el regreso de esta corporación con nombre propio que desde la cruz de guía hasta el último músico de la banda de música desprende saber cofrade. Mención aparte merece la calidad de la banda de las Tres Caídas, que por número, repertorio y calidad es de los mejores exponentes de la música cofrade de la provincia.

La jornada concluyó con la salida de la cofradía del Nazareno, el toque silente de la jornada, que desde el convento de las carmelitas dejó un rastro de sobriedad y recogimiento que rompía la tónica de la jornada. La hermandad realizó una estación de penitencia modélica que en su regreso se vio arropada por gran cantidad de personas que acudieron también al reclamo de las saetas que tradicionalmente se cantan en el regreso de esta corporación.

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