TV-Comunicación

Tras el cristal de 'Gran Hermano'

  • La famosa casa de la televisión cierra sus puertas con la gran final de su edición 15º Paula, Yolanda y Alejandra optan al ansiado maletín.

Tras una interminable carretera de curvas y presidiendo de una forma casi desapercibida una zona rural a pocos minutos del pueblo madrileño de Guadalix de la Sierra se erige la casa de Gran Hermano 15. Un pequeño camino con algún que otro bache, no apto para coches sin buena amortiguación, une la vía principal a esta nave de chapas verdes franqueada por inalcanzables vallas y un circuito de cámaras de seguridad. Dentro, un equipo de más de 200 personas trabajan a destajo en turnos de 24 horas los siete días de la semana durante todos y cada uno de los meses que dura la edición del veterano reality. Con sólo cruzar la puerta del centro de operaciones de GH todo cobra sentido, es televisión pura y dura, un universo propio creado a lo largo de catorce años. Un enorme recibidor con el clásico gran ojo del programa como protagonista es el centro de todas las dependencias que reparte por departamentos a los equipos de trabajo. De ahí no sólo sale el material del prime time de los jueves con Mercedes Milá, sino también de los resúmenes diarios y de la emisión del 24 horas, así como los contenidos tanto del Última Hora de los miércoles como del Debate del domingo, ambos con Jordi González al frente. Al fondo, una puerta separa el cerebro de todo este entramado, la zona de trabajo, del verdadero corazón del programa: la casa.

Ropa oscura, nada de flash y hablar muy bajito son las premisas para acceder a la famosa cruz de cámara de Gran Hermano, los pasillos con grandes ventanas, tapadas con espesas cortinas negras, que rodean la casa y por la que se mueven los operadores de cámara para tomar los planos más frontales. Un cristal -para los concursantes un espejo- separa el mundo real del universo GH. Resulta increíble, casi mágico, como unos pocos centímetros evidencian dos realidades tan distintas.

Más de medio centenar de cámaras recogen las más de 90 horas de grabación diarias del programa, según indica José Luis Larrauri -Larry como le llaman en Guadalix-, el director de realización del espacio televisivo. Coordinación, esfuerzo y, sobre todo, el sentimiento interiorizado de todo lo que engloba la palabra equipo es lo que hace posible que la esencia de más de 600 horas de vídeo semanales se vean resumidas en apenas seis. Para ello, se requiere máxima concentración en la zona de realización y redacción, donde además está la pequeña cabina del 'Súper', Floren Abad. Ésta es otra de las pequeñas grandes curiosidades de la casa: muchos piensan que la persona de la famosa voz distorsionada se encuentra justo enfrente del sillón rojo del confesionario, cuando en realidad les separan más de 100 metros.

Mientras los operadores de cámara y realizadores controlan los intrépidos objetivos desde realización, un primer grupo de redactores están atentos a las diferentes conversaciones y situaciones de la casa, discriminando cuáles se recogen y cuáles no. Su función es hallar la sustancia y dejar a un lado lo que a priori no tiene interés par el espectador, dícese un "pásame la sal" o un "¿has puesto la lavadora?". Como un rayo, van escribiendo todo lo que acontece en la casa, tanto conversaciones como situaciones. Toda esta documentación pasa a otro turno de redactores que, tras leer minuciosamente todo lo que ha pasado en la casa, van catalogando y realizando una nueva selección. De esta forma, se van filtrando los contenidos que realmente tienen interés. Un tercer equipo de redacción se encarga de hacer un nuevo filtro y a partir de ahí ya se van localizando los vídeos y editando. Ese material es el que finalmente llega a las casas de los seguidores del programa. Esta labor va íntimamente unida a la de los encargados de sonido, la tarea que, según Larry, "más difícil resulta de llevar a cabo". Que haya un buen sonido en Gran Hermano, el simple hecho de que pueda oírse, es una de esas grandes maravillas de la televisión. Los movimientos aleatorios de los concursantes, teniendo en cuenta que no son profesionales del sector y que con frecuencia esconden el micrófono bajo la ropa o sencillamente se sientan encima de la petaca tapando la antena, hacen que recoger todo el sonido sea una tarea ardua. Por eso la casa está llena de micrófonos de ambiente y la voz de cada concursante se graba durante las 24 horas, para que nada se escape del oído de Gran Hermano, tan importante como su famoso ojo.

Esto es sólo un aperitivo de todo lo que engloba el trabajo que desde el pasado 18 de septiembre se desarrolla en Guadalix de la Sierra de forma ininterrumpida; imposible de definir en unas líneas. El turno de la tarde de hoy -en total son tres repartidos en las 24 horas que tiene el día- cierra tres meses de trabajo impecable. El plató de televisión más grande de España apaga sus luces con la celebración de la gran final. Un empujón más para una última emisión. El trabajo será frenético, y es que el ritmo en Guadalix no decae desde el primer día de edición hasta el último.

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