La película Arena, proyectada en el Festival de Cine Europeo que se celebra en Sevilla, hace un recorrido por distintos aspectos de la tauromaquia, entre los que se pueden contemplar desde el éxito ligado a varias figuras hasta el inframundo del toreo, con un novillero que, pese al fracaso, únicamente se reconoce en su lucha constante por alcanzar sus sueños, pasando por los festejos populares o las escuelas taurinas y sin dejar fuera la postura de los antitaurinos.

En una interesante mesa redonda celebrada posteriormente en el hotel Colón, el director del documental, Günter Schwaiger, desveló varias de las claves de su cinta. El acto, moderado por Juan Belmonte, se enriqueció con opiniones a cargo de Fernando González Viñas, José Luis Bote, Carlos Núñez y Eduardo Dávila Miura.

El director cinematográfico de origen austriaco explicó, en primer lugar, el nacimiento de su pasión por la Fiesta: "Para un extranjero, España y los toros están ligados, aunque algunos no lo vean así. Un amigo mío, Antonio Ordóñez -no se refería al gran maestro del toreo-, me llevó a la goyesca que toreó Joselito en Madrid. Me impactó tanto el color, la intensidad, la solemnidad, tan diferentes al resto de los espectáculos, que llegué a sacarme un abono. Intenté aprender. Y hace unos años sentí la necesidad de hacer esta película". Un filme que -según su director- recoge, entre otros muchos aspectos al torero, como "uno de los últimos héroes", haciendo hincapié en que "el sufrimiento y su lucha" sin límites son determinantes "para entender al torero como un héroe".

Entre los aspectos que a Günter Schwalger, según explicó, le cautivaron del espectáculo taurino se encuentra la relación del público con el toro, "al que se trata con un estatus de dios" en la corrida, muy lejos de lo que sucede con el resto del ganado, al que según el cineasta únicamente le daba importancia por su relación en el consumo de la carne y de la leche.