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Análisis 'Forza Horizon 2'

  • Xbox One demuestra su poderío técnico con la presentación del mejor videojuego de conducción a nivel técnico de la historia de la franquicia, también disponible para Xbox 360.

"Cuando cuente diez, olvidarás todo lo que conoces sobre la vida y el automovilismo. La música, en consecuencia con los rugidos del motor. Las amistades, forjadas a lo largo de incontables kilómetros sobre el asfalto. La superación, trabajada día tras día entre curvas prohibidas. Las barreras, que existen para que los más atrevidos las rompan. La diversión, insaciable cuando está presente en nuestras vidas. ¿Te gusta conducir? Forza Horizon 2 es tu juego".

Así de elemental y directa comienza la introducción de Forza Horizon 2, la secuela de la franquicia de conducción de Microsoft que vuelve a apostar por entornos de mundo abierto en su segunda entrega, mejorando todo lo anterior a base de ir superando muchos obstáculos, pero como título de conducción estamos ante de una obra que se aleja de la serie principal Motorsport, pues Horizon toma el camino del temerario arcade en contraposición de su hermana mayor, que estila una metodología mucho más precisa, rigurosa y satisfactoria a nivel físico.

La libertad de conducir

Forza Horizon encontró en Xbox 360 un público que disfrutó de un título cuyas expectativas se cumplieron a pesar de tratarse de una obra que se alejaba del núcleo principal. En Horizon 2 esta serie alternativa encuentra su rumbo definitivo a base de aumentar las posibilidades y abrir nuevas fronteras llamadas a eclipsar a los amantes del automovilismo. El asfalto deja paso al campo abierto, la música se funde con los entornos de Francia e Italia (atrás quedó el cañón del Colorado), donde la conducción, la competición y la velocidad se convierte en el mantra personal del jugador. De modo que prepárate.

 

Mucho se ha razonado sobre los videojuegos de conducción: rutas limitadas, escenarios vacíos, pocas pistas y un largo etcétera... Pero Forza Horizon 2 aboga por un estilo de conducción abierto, sin límites, sin necesidad de estar anclados al calor del asfalto. De modo que nos olvidamos de cualquier tipo de idea preconcebida y salimos a conocer rutas del sur de Europa con todas las posibilidades al alcance de nuestro volante.

Forza Horizon 2 comienza con una espectacular declaración de intenciones, situando al jugador desde el primer minuto en el festival, donde arranca la experiencia propiamente dicha. No hay un tiempo de llegada determinado, no hay competidores en esta primera travesía, simplemente disfrutar y alcanzar el punto de destino de una pieza. No existen fases concretas, ni rutas establecidas, sino más de 700 eventos que podremos realizar dejando al jugador elegir la ruta que más le llame la atención dentro de las diferentes localizaciones que propone el evento hasta llegar a su punto culminante, la final de Horizon. Por supuesto, la competitividad siempre está presente pero desde una óptica combinada. Aquí lo que prima es la diversión. Pero si no somos competitivos comprenderemos, en seguida, que la estructura básica del juego no funciona.

Con la llegada al festival comienza la abrumadora libertad que ofrece esta producción. Nada más comenzar el jugador tendrá que seleccionar entre tres vehículos iniciales (BMW Z4, Chevrolet Camaro y un Toyota Supra). A partir de ese momento puede optar por coleccionar hasta los más de 200 coches que incluye el juego y que se ampliarán en el futuro mediante contenido descargable. La conducción, a pesar de encontrarnos con un proyecto menos técnico que la vertiente Motorsport, se aleja de la locura de franquicias como Burnout o Need for Speed y se mantiene como un híbrido entre simulación básica y conceptos arcade que sientan fenomenal a la producción. Derrapes, rebufos, frenos y aceleración se dan la mano en una jugabilidad que promete centenares de horas de diversión.

Precisamente el sobresaliente trabajo realizado a la hora de transmitir la sensación de control es la razón por la cual la desarrolladora ha decidido condicionar el juego para la llegada de los nuevos pilotos. Por esto las condiciones ambientales, como la lluvia, que se estrena en la saga, el nivel de tracción de las ruedas, la automatización de la frenada, el tipo de terreno y la tecnología de nuestro vehículo, entre otras variables, afectará directamente a nuestro estilo de conducción manteniendo unas bases que hacen la experiencia muy cómoda. No estamos ante un Motorsport ni un Gran Turismo, ni falta que hace.

Encontrarnos ambientes abiertos, urbanos y rurales, lo que permite que cada vehículo sea adecuado en cada circuito, pero sólo hasta cierto punto. Evidentemente los 4x4 son excelentes compañeros en campo abierto, pero perderán fuelle en carreteras sobre asfalto, donde los McLaren, Ferrari y demás joyas rodantes tomarán la iniciativa. Por supuesto, todo depende del estilo de conducción del jugador y de sus ganas de explorar, pues en la mayoría de eventos y carreras, de todo tipo y condición, el jugador cuenta con puntos de control, medida que en todo caso impide que en pocos días se descubran alternativas más cortas a las rutas, lo que merma la competitividad de manera brutal.

Forza Horizon 2 hace acopio de multitud de virtudes para el deleite de los aficionados a las modificaciones. Siempre hablamos de Horizon como una vertiente más arcade, pero debemos dejar claro que en esta ocasión hay hueco para dotarlo de más profundidad. Así, el jugador podrá modificar sus vehículos tanto a nivel mecánico como estético, ya sea controlando la presión de los neumáticos, las diferencias entre los ejes de las ruedas, la pintura e incluso algunos elementos estéticos del interior que se muestran en la vista de cabina del título. Por el contrario los jugadores que se sientan sofocados por tanta personalización podrán participar de las revisiones y modificaciones automáticas, algo que permite a los recién llegados centrarse exclusivamente en lo que importa: conducir.

La vuelta de los drivatars, ahora en campo abierto

Forza Motorsport 5 estrenó el concepto de una inteligencia artificial mejorada basada en los parámetros más importantes de la conducción de los jugadores, algo que evita que cada carrera se convierta en un paseo donde los primeros coches sacan segundos e incluso minutos de ventaja al resto, pues a raíz de la información obtenida de cada jugador el sistema recoge los datos e implanta a nuestros competidores la inteligencia generada y la presencia de nuestros amigos, aunque estos no se encuentren conectados en ese momento.

Como es lógico, esta misma situación se repite con el perfil del jugador, que seguirá compitiendo en diferentes carreras, siempre manteniendo los parámetros de conducción recogidos por la nube, es decir, si somos muy agresivos, nuestra rabia estará patente en las competiciones de nuestros amigos, generando así confrontaciones “en diferido” que elevan la diversión hasta nuevos niveles. Por supuesto, la competición en línea de siempre estará disponible durante los primeros minutos de juego, pero queda bastante claro -y está comprobado- que el futuro de la inteligencia artificial pasa por humanizarla.

 

De este modo, nuestro perfil irá ganando puntos de experiencia desde el primer momento aunque el jugador no esté compitiendo, algo que le permite aumentar de nivel y acceder a recompensas que oscilan entre el dinero y los vehículos exclusivos. Por supuesto, el papel del jugador dentro de la calzada es importantísimo, pues no bastará con quedar en una buena posición, también hay que evitar choques, realizar espectaculares derrapes, encontrar rutas alternativas, y un largo etcétera que sería casi imposible reducir a unas líneas. Lo ideal, desde luego, es dejarse llevar por el buen hacer de Playground Games y Turn 10 Studios.

Las diferentes áreas de competición son impresionantes: carreteras básicas, pendientes que llegan hasta la cima de una montaña rocosa, campos de cultivo que impiden la visión desde la cámara interior, descensos impresionantes mientras el sol se despide con su evocador tono anaranjado por primera vez de una manera tan realista en un videojuego, travesías entre bosques con la luna como única fuente de luz más allá de los faros y un largo etcétera que, insistimos, es importante descubrir personalmente.

Todo este amplísimo mundo virtual de velocidad está conectado de manera sobresaliente con las urbes, núcleo de eventos de parada obligada para descubrir los parajes del sur de Francia y el norte de Italia repartidos en seis ciudades: Niza, Sisteron, Saint-Martin, Castelletto, Montellino y San Giovanni. De este modo contamos con campeonatos clásicos, que llevarán al jugador de un punto a otro del mapa; dentro de estos campeonatos existe un desglose de requisitos para ir desbloqueando, es decir, disputando carreras con un tipo de vehículo determinado que tendremos que haber adquirido previamente. También es posible enredarnos en una competición improvisada por las más de 300 carreteras, lo que da pie a una competición entre drivatars que puede llenar los bolsillos del jugador muy rápidamente. Pero sin duda, lo más espectacular antes de entrar ya en materia gráfica, son los eventos especiales, donde el jugador podrá competir contra aviones o trenes en secuencias capaces de asombrar no sólo por su factura técnica, también por lo bien que encajan dentro de la fórmula. Toda una sorpresa que incluye, además, globos aerostáticos y el despliegue de las fuerzas aéreas mientras pisamos a fondo el acelerador para lograr un mejor tiempo por tierra que por aire.

 

El mejor apartado técnico hasta la fecha

Tras pasar muchas horas con Forza Horizon 2 se puede concluir que es el videojuego con mejores técnicas audiovisuales de la consola. Xbox One demuestra su poderío técnico un año después de su lanzamiento con la presentación del mejor videojuego de conducción a nivel técnico de la historia de la franquicia. No sólo nos referimos al sistema de mundo abierto conectado con entornos realistas, también a la gran cantidad de detalles que casi invitan a cambiar la televisión por una más grande para disfrutar de una experiencia más preciosista.

Impecables son los detalles del agua, la lluvia y las puestas de sol, que nunca antes habían conseguido un grado de realismo dinámico que incidiera directamente en la jugabilidad. Sí, hemos visto gráficos espectaculares en otros títulos, e incluso en otras plataformas, pero la nueva generación da un golpe sobre la mesa en materia técnica, de eso no hay duda.  Eso sí, a pesar de lograr los 1080p de resolución se han sacrificado las 60 imágenes por segundo, un movimiento que los más puristas tacharán de inaceptable, pero que es algo que no tiene mucho sentido una vez que se han disfrutado de las maravillosas vistas que ofrece la obra.

Y como en todo buen festival no puede faltar la música. Los temas incluidos en la banda sonora se reparten entre varias emisoras de radio que se van desbloqueando a razón de los progresos del jugador y oscilan entre la electrónica más cañera, ideal para el ambiente festivo del título, y la música clásica, con piezas que, sinceramente, nunca habríamos imaginado dentro de un vehículo a más de 200 kilómetros por hora. Lo mejor es la armonía que guardan con el rugido de los motores y los efectos ambientales. Finalmente, el juego llega en completo castellano con muchos tutoriales, personajes y un navegador GPS que se dirige al jugador en nuestro idioma.

Conclusiones

Playground Games y Turn 10 Studios han logrado recoger la fórmula y aderezarla con un puñado de novedades que se adaptan perfectamente a este Forza Horizon 2. El mundo abierto nunca antes había estado tan bien representado en un título de conducción que presenta con maestría un estilo jugable que destila diversión por las cuatro ruedas. Incontables horas de diversión nos esperan en este nuevo Horizon, que además cuenta con una factura técnica que, sin intención de exagerar, impresiona. Todo un lujo que los amantes de la conducción y las emociones fuertes no deberían perderse.

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