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Análisis 'State of Decay: Year-One Survival Edition'

  • El juego de acción, supervivencia y aventura en tercera persona llega a Xbox One dos años después de su estreno en Xbox 360 y su posterior adaptación a PC.

State of Decay: Year-One Survival Edition se presenta en Xbox One un par de años después de su estreno en Xbox 360 y su posterior adaptación a PC. El juego de acción, supervivencia y aventura en tercera persona irrumpió entre el catálogo de exclusivos de la anterior consola de Microsoft con una ambiciosa propuesta que se veía mermada a tenor de un apartado gráfico que no estaba a la altura de la interesante experiencia que ofrecía. Ahora Undead Labs recupera el título para subsanar los errores que la técnica y, se supone, la falta de presupuesto propiciaron en una edición para Xbox One que añade al formato nueva jugabilidad, vehículos, armas, logros específicos para la consola e interesantes complementos, además de un importante repaso a la vertiente plástica del juego.

Supervivencia en comunidad

Cada cual tiene su propia representación imaginaria de cómo se desarrollaría un apocalipsis zombi. Hay quien lo contempla como un ejército de carroñeros hambrientos avanzando inexorablemente en el horizonte; al estilo de una película biotecnológica con poderosas corporaciones en el trasfondo o desde el prisma de un superviviente que tras pasar unos días alejado de la civilización comienza a observar situaciones extrañas en su regreso a casa.

Este último supuesto, parece un poco más aterrador que adoptar el papel de un héroe de acción perfectamente preparado y pertrechado para la caza y supervivencia. Pero es exactamente el caso del principal personaje de State of Decay, un título que realmente es capaz de mostrar las sensaciones necesarias para crear un juego de zombis moderno. En este estado de decadencia, el objetivo del jugador es la supervivencia, pero más centrada en la estrategia, el sigilo, la creación de comunidades y la administración de recursos que en la sangre fácil, dentro de un formato de mundo abierto que pone a disposición del jugador gran cantidad de opciones en prácticamente todos los aspectos que abarca la obra.

El juego de Undead Labs, sin duda, posee la virtud de la combinación perfecta de los elementos que forman el conjunto. No se trata de matar zombis incursión tras incursión sobre una relación de objetivos forzados manejando un único héroe protagonista. La exploración, creación de asentamientos, formación y evolución de personajes, así como las relaciones entre ellos, son elementos fundamentales en el desarrollo de la aventura. Tanto que el control de los supervivientes varía en función del cansancio acumulado por los mismos. 

 

Inicialmente aquí el jugador asume el papel de Marcus, un tipo normal que junto a su buen amigo Ed, tiene la mala fortuna de caer en el tercer escenario hipotético con el que abríamos el repaso. Desde aquí el jugador tendrá que destrozar centenares de cabezas de enemigos mientras trata de crear una sociedad rescatando y recogiendo a los supervivientes que va encontrando por la ciudad en la misma condición de desesperación y desinformación que el jugador. Pero hay más en la propuesta.

El que parte y reparte se lleva…

Evidentemente, cuanto más grande sea el grupo, más necesidades hay que cubrir. De modo que la exploración y recolección de medicamentos, comida, materiales, armas y la ampliación de las instalaciones se convierte en algo obligado si queremos mantener la unidad en la mejor forma posible tanto física como psicológica. No obstante, como se mencionaba con anterioridad, State of Decay es un juego de supervivencia sin paliativos. Recoge todos los elementos del género, como un arsenal prácticamente compuesto en su mayoría de armas improvisadas, grandes manadas de infelices infectados a la carrera o secundarios sin habilidades especialmente útiles. Pero los zombis están al acecho y son la amenaza más directa para el jugador. De modo que para comenzar a desenvolverse con algo de soltura dentro de la completa ignorancia sobre lo que realmente está sucediendo a su alrededor, el jugador debe recoger todo lo que pueda, guardarlo en una mochila con capacidad limitada, intentar mantener el grupo unido y sobrevivir el tiempo suficiente como para entender algunos de los hilos que mueve la trama. Y sí, por momentos es tan divertida como apasionante.  

Es parte de un cultivo relativamente nuevo de juegos que, en el buen sentido, pasa completamente del jugador. El tutorial aquí es mínimo, y lo necesario se aprende a base de golpes, ensayo y error, una inclinación que impregna toda la historia. Hay una animación inicial que muestra cómo un laboratorio del gobierno deja escapar un terrible virus. Pero en este punto, State of Decay sigue la tradición de contar la historia indirectamente. Sólo de forma gradual y mediante la búsqueda activa se comienza a entender lo que está sucediendo. Para esto el jugador tiene un hermoso mundo abierto para explorar, algo que no es muy común en los juegos de zombis. Hay varias áreas para descubrir con todos los recursos desperdigados en cientos de localizaciones, a las que se puede llegar tanto a pie como en coche. En este caso, si bien la mecánica no es ejemplar, es una buena característica para dar movilidad al juego. Además, destrozar zombis con la puerta de un sedán es un ejercicio que difícilmente se deja pasar.

Year-One Survival Edition

Ahora, ya centrados en las novedades y mejoras que aporta el último volumen de State of Decay, la desarrolladora ofrece varios complementos en el paquete, como Breakdown, un modo de juego que limita, y mucho, las posibilidades de supervivencia del jugador. Aquí el juego cercena al mínimo los recursos frente a hordas de zombis más furiosos. El modo de juego sólo permite acoger media docena de personajes, de modo que todas las labores se complican según surjan las lógicas dificultades. Por otro lado propone un juego distinto en cada ocasión, algo que se solventa dejando un personaje elegido por el juego siempre en una zona diferente. 

Del mismo modo el volumen incluye Lifeline, una expansión de la historia que se presenta bajo el formato de nueva aventura. Aquí se invierte la tendencia que habíamos visto en Breakdown y nos preparamos para mirar directamente a los ojos del apocalipsis. En Lifeline el jugador se calza el uniforme para controlar a los Greyhound One, una unidad del ejército armada hasta los dientes, pero que no tiene todas las de ganar frente a la cantidad de mordedores que les aguardan en cada uno de los rincones de un nuevo territorio de carácter más urbano, y que en definitiva, convertirán en un infierno cada misión y objetivo del grupo. Para ser justos, todos los extras ayudan a completar un notable volumen, pero falta alguna novedad, como un modo cooperativo. De hecho, el formato es propicio para fomentar el juego compartido, pero de nuevo se ha quedado fuera del conjunto.

En relación al desempeño técnico de la obra, parecía evidente que el cambio de soporte daría un punto más a la jugabilidad y aportaría los esplendidos gráficos que permite la máquina y que se perdieron la edición para Xbox 360. Pero en cuanto a mecánicas, las diferencias se antojan poco más que insignificantes. Eso sí, a nivel gráfico el salto entre la versión para la anterior consola de Microsoft y Xbox One es muy evidente. Texturas con más resolución, mayor distancia de dibujado, nueva iluminación, animaciones mejoradas, 1080p de resolución y 30 imágenes por segundo que ofrecen algo más de estabilidad al conjunto, aunque tampoco carece de algunos bajones en la tasa de imágenes y la aparición espontanea de elementos en los escenarios. Nada tan importante como para lastrar la experiencia.

Conclusiones

La oferta de State of Decay: Year-One Survival Edition es tan apetecible como tentadora, pero hay que resaltar ciertos matices. Para aquellos que no conozcan el título o bien no hayan tenido la oportunidad de probarlo, State of Decay presenta una coherente fórmula de juego que entre otros elementos involucra zombis. En cualquier caso, el retoño de Undead Labs merece estar entre los destacados de los llamados juegos de supervivencia: personajes normales que se agrupan, sobreviven explorando y se defienden con armas comunes ante una amenaza superior.

 

Aunque las aportaciones en cuanto a mecánicas y aspecto no son todo lo completas que se esperaba, los herederos de la edición en Xbox 360 también tienen sus alicientes para hacerse con la adaptación, además de los contenidos descargables y el salto gráfico, se puede transferir la partida a Xbox One y continuar donde lo dejamos en Year-One Survival Edition. Pero, ¿es suficiente?

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