Cultura

Desde la orilla barroca

  • Fahmi Alqhai y Arcángel presentaron en el Real Alcázar su espectáculo 'Las idas y las vueltas'.

Al igual que en la famosa novela de Pérez de Ayala en la que se describe lo que ocurre en una calle desde las dos aceras, una propuesta musical como la de Las idas y las vueltas permite también, e incluso lo pide, una aproximación analítica desde las dos orillas, desde los dos polos sobre los que bascula la idea de Fahmi Alqhai y de Arcángel, que no es sino la de la poner en común la música del barroco hispanoamericano y la del flamenco. La flamencología y la musicología más actuales han dejado sentadas las bases documentales y analíticas para sostener el entronque rítmico de algunos palos flamencos con las danzas y aires barrocos que hicieron los primeros viajes de ida y de vuelta. Porque mucho antes de que Pepe el de la Matrona se trajese de su estancia caribeña a la guaracha, el maestro de capilla de la catedral de México, Juan García de Zéspedes, ya vestía de ese seductor y arrebatado ritmo a las celebraciones navideñas. Por no hablar de que el fandango más antiguo hasta el momento documentado procede de un manuscrito mexicano de principios del siglo XVIII.

Esto ya era sabido, aunque su aceptación diste de ser unánime. Pero lo que faltaba era poner esas investigaciones sobre el escenario, sentarse y tocar y cantar, y a ver qué pasa. Eso es lo que Alqhai y Arcángel han hecho con resultados, desde mi lado de la calle, más que aceptables. Es verdad que hay momentos en que el engarce no acaba de funcionar, como la transición entre las Folías de España y las Sevillanas del siglo XVIII de Lorca; o el dudoso empaste entre las voces de Mariví Blasco y la de Arcángel. También es verdad que la mesa de mezcla privilegió siempre el micrófono del cantaor sobre el de la soprano, al igual que minimizó a la flauta en provecho de la guitarra flamenca.

Los momentos de mayor coherencia estuvieron en el tránsito festero de los canarios a las alegrías y, sobre todo, en la borrachera rítmica de la pareja Guaracha-Guajira, donde los barrocos se lucieron en improvisaciones.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios