Crítica 'legión'

Definitivamente tontos

Thriller-fantástico, EEUU, 2010, 104 min. Dirección y guión: Scott Stewart. Fotografía: John Lindley. Montaje: Steven Kemper. Música: John Frizzell.

Dios se ha hartado de los hombres, lo que resulta comprensible si su omnivisión abarca todos los canales televisivos de todo el mundo, y ha decidido exterminarlos. Una historia ya contada, y varias veces, en la Biblia desde el Diluvio Universal a Sodoma y Gomorra. Pero esta vez lo ha decidido en serio (en lo que a no permitir arca alguna o salvar ni a un justo se refiere) a la vez que en broma (en lo que respecta al grotesco tratamiento gore-efectista que la película hace del tema). Aunque les resulte difícil creerlo hay una especie de arcángel San Miguel con aire de Terminator, adicto a las más poderosas armas de fuego y dado a la automutilación; una especie de José que se quiere hacer cargo del hijo de una especie de María embarazada -él hijo del dueño amargado y ella la amargada empleada de un bar cutre de carretera perdido en medio de la nada que se llama Paradise Falls (¿lo captan?)- a la que el arcángel busca para... El resto que se lo cuente el director, que para eso cobró. Las conversaciones teológicas -como la que mantienen los supuestos San Miguel y San Gabriel- deben figurar en todas las antologías de los disparates cinematográficos. La galería de personajes que viven o confluyen en el bar y la de monstruos que lo atacan -desde la vieja corretechos y comepescuezos a la nube de moscas cojonero-apocalípticas, pasando por el heladero patilargo- la hace apta para cines de verano; eso sí, tras la ingestión de abundantes tintos de ídem.

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