Crítica 'Un amor de verano'

Delphine y Carole

UN AMOR DE VERANO. Drama romántico, Francia, 2015, 105 min. Dirección: Catherine Corsini. Guión: C. Corsini y Laurette Polmanns. Fotografía: Jeanne Lapoirie. Música: Grégoire Hetzel. Intérpretes: Cécile de France, Izïa Higelin, Noémie Lvovsky, Kévin Azaïs, Laetitia Dosch, Benjamin Bellecour, Eloïse Genet, Patrice Tepasso.

Colocada en esa cómoda zona intermedia del cine industrial francés, Catherine Corsini viene explorando desde su debut (Eve, 1999) el universo de las relaciones afectivas con una especial atención a la mujer como protagonista y foco narrativo.

Con Un amor de verano se sitúa además, de manera abierta y bastante franca, en un territorio de doble reivindicación y visibilidad: por un lado, la emergencia del discurso feminista a comienzos de los años 70, en la resaca del mayo del 68; por otro, y aquí es donde su película se hace fuerte, en el amor homosexual entre dos mujeres de distinta condición y contexto.

Tal vez lo más interesante de esta apuesta, más allá de su tratamiento frontal de la sexualidad femenina dentro de unos moldes comerciales, sea el hecho de volcar el peso de la narración en el personaje de Delphine (Izïa Higelin), la chica rural, anclada a la familia, al trabajo y a la tradición, mientras que el que interpreta Cécile de France, igualmente generosa en su entrega carnal al personaje, queda más bien relegado a un segundo plano en la toma de decisiones o en la articulación del relato.

Se le puede reprochar a la cinta un cierto esquematismo en sus dialécticas ideológicas y políticas, algo que tal vez sea producto de la recreación de los años 70 en una clave retro-nostálgica, pero en cualquier caso, la película que le interesa a Catherine Corsini es esa que apela a los cuerpos, al nacimiento del deseo y a la pasión como motor que arrastra el resto de las condiciones y obstáculos de la relación en una época determinada.

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