Crítica de Cine

Minimalismo y delicadeza 'anime'

La cinta adapta el manga de Oima.

La cinta adapta el manga de Oima.

Hay vida inteligente y sensible en el anime japonés más allá del modelo humanista de Ghibli, Miyazaki y Tanakahata o de las distopías futuristas y apocalípticas deudoras de Akira, Ghost in the shell o Evangelion.

Después del éxito sin parangón de Your name o de delicadezas como El recuerdo de Marnie, En este rincón del mundo o El caso de Hana y Alice, A silent voice revisita el universo de la niñez y la adolescencia problemáticas, el tránsito de la infancia a la juventud, para trazar la hermosa historia de violencia, arrepentimiento y redención de un joven abusador que encontrará en su asendereada relación a lo largo de los años con una niña sordomuda la vía para la reconciliación y el tránsito a la madurez.

La cinta de Naoko Yamada encuentra además bellas soluciones formales para materializar en el dibujo animado, el color y las texturas ese complejo proceso interno: las miradas al suelo (nunca vimos tantos pies y piernas en una película de animación), los rostros tachados de la vergüenza, esa colección de bellos planos descentrados que cristalizan una mirada esquiva en un relato que sabe moldear el tiempo, hacer comunicar los temas, el presente y el pasado, con poderosas transiciones y soluciones visuales.

A silent voiceadapta el manga (2011) de Yoshitoki Oima de la mejor manera posible, con un acercamiento a la sensibilidad adolescente que no le tiene miedo a los asuntos serios (la orfandad, la inadaptación, incluso el impulso suicida), a una cierta dilatación contemplativa y un imaginario propio que lleva el género hacia territorios estéticos contemporáneos dignos del mejor cine de autor.

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