La crónica

Entre el rebujito y el tintineo

  • El recinto ferial de Almanjáyar saca su versión más bullanguera tras el ocaso. Las ganas de divertirse y la música a todo volumen capitalizan un ambiente plagado de adolescentes.

APENAS pasa media hora sobre las cinco de la madrugada en el recinto ferial de Almanjáyar que, como si de una discoteca se tratase, va invitando al desalojo con el apagado de su iluminación. Ha sido una noche intensa y con un punto sórdido. Las del jueves se han convertido en un viernes anticipado para muchos adolescentes, y no tanto. Y el Corpus es la excusa perfecta para soltarle las cadenas a las hormonas y abrir la puerta al atrevimiento. Buena comida, un tiempo de escándalo, un ambiente contaminado de alegría y ganas de diversión son algunos de los ingredientes de la que promete ser una madrugada muy larga.

Porque empieza a eso de las diez -los más madrugadores llegan hasta una hora antes- pero nunca se sabe cuándo terminará. Una llamada de un amigo es suficiente para replantearse muchas cosas. Y tras los pinchitos, el rebujito y las cervezas; viene alguna copa furtiva a la que le sigue otra y una música que pone en 'modo on' el Rafael Amargo que todo el mundo lleva dentro.

Detrás de las barras la concentración es máxima. Van a ser muchas idas y venidas de un lado a otro. Y los visitantes encantados, aunque tengan que esperar varios minutos para recibir su vaso de plástico. La polvareda se levanta tanto o más que a mediodía. Al Corpus no sólo van los granadinos, es patrimonio de todos. Por eso lo mismo se puede encontrar a un joven de Cijuela que a una chica de Málaga que se apellida Córdoba, de nombre Carmen, y que ensalza la feria granadina por encima de la tan cacareada de agosto en la capital de la Costa del Sol. "Me encanta esta ciudad, estudio y estoy muy a gusto", confiesa exultante pese a reconocer que "algunas casetas se pasan con los precios".

El recinto ferial es una golosina muy golosa. Casi tanto como los algodones de azúcar que se venden en los puestos. Por eso alguna se las ingenia como puede para desatender sus obligaciones en cualesquiera que sean sus quehaceres, coger el coche desde Almería y escaparse a la feria. Incluso titubea al ser preguntada por su nombre, mas termina asegurando que "hay más huecos en las casetas este año y menos conflictos. La gente está tranquila".

En la caseta de La Rebotica, Luis Rodríguez, su encargado, atiende la mesa de los tíquets mientras explica orgulloso cómo allí se inventó el rebujito. En su opinión "la afluencia ha subido un poco este año. Se nota que hay más gente joven por las fechas". Discrepa Ramón Sánchez, de Por Peteneras, quien cree que el hecho de que haya "más casetas" le ha restado clientela respecto al Corpus 2015.

El gentío cada vez es mayor. También en la 'calle del Infierno'. Los feriantes echan el resto para estrujar al máximo su inversión y la luz y el color domina el skyline desde la zona de las casetas. Entretanto, los camareros sirven las últimas raciones en algunas de las institucionales, al tiempo que retiran los manteles de papel blanco y se preparan para dejarlo todo en orden, que al día siguiente hay que volver al lío.

La noche sigue avanzando. Y la concentración empieza a estar en torno a aquellas casetas donde el jaleo es mayor. Las disco son un buen ejemplo. Alrededor de ellas proliferan negocios satélite de comida. Su misión, transformar en euros las copas que los amantes de las luces tintineantes se han bebido de más. Parece que están hechos de una pasta especial por la cantidad de horas que echan y la vida que han asumido, pero son ciudadanos como otros cualquiera que aguardan la llegada de sus salvadores.

Cuanto más tarde se hace, más se estrecha la horquilla de edad. A las diez el espectro era infinito. A las cuatro y media cuesta ver a alguien mayor de cuarenta años y con menos de dieciocho pateando el ferial ávido de encontrar una penúltima carpa en la que ahogar sus penas o brindar por sus alegrías. Las calles se van despejando de visitantes. En su lugar, coches de la Policía Nacional y agentes de la Local velan porque la fiesta no se vaya de madre. A alguno parece que se le ha olvidado que está prohibido beber u orinar en la vía pública, por más que el ferial sea un recinto cerrado. La farra va a salirle cara.

Las madrugadas del Corpus animan los corazones y despiertan los sentidos. Y queda una última que promete ser eléctrica. La del sábado cuenta con varios acicates. El principal, obviamente, que es sábado. El otro, que la feria va tocando a su fin y quien quiera revivirla tendrá que esperar un año si no aprovecha ahora. La final de la Champions League también dejará heridos los corazones de unos y alegres los de los otros. Pero como la vida misma. Nada nuevo bajo el sol.

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