De libros

Un pequeño gran libro

¿quince días pueden durar toda una vida? La respuesta es sí, claro. A veces se recuerdan quince días de amor, de felicidad, de ilusión, durante el resto de la vida. Pero nada se puede comparar con los quince días que duró la vida de la segunda hija de la autora de este libro, que han pervivido y perviven en su vida, como cuenta delicada, pudorosa y extraordinariamente.

Phil Camino (Madrid, 1972) empezó a escribir este pequeño gran libro para responder a la pregunta de una conocida sobre por qué había tenido tantos hijos (cuatro, que no son tantos; o sí). Coincide su publicación con varias obras en el mercado que abordan la cuestión de la maternidad, escritos por mujeres en eso que se suele llamar, con excelente imprecisión, edad madura. Lo peculiar, lo diferente de éste es que habla de la maternidad de los hijos vivos y de la hija muerta. Su segunda hija, que murió a los quince días de nacer por una enfermedad congénita del corazón, es su centro de gravedad. Pero Camino no narra los males de la enfermedad, las horas de hospital (podría haberlo hecho, como Sergio del Molino en La hora violeta). Eso sólo lo deja entrever. Habla de la maternidad, de la de los hijos que están y de la que ya no. Este verbo, estar, es quizá clave. La contenida prosa de Camino hace al lector pararse, pensar. Es un libro en el que se está. Como quizá la maternidad, más allá del embarazo, sea eso: un estado. La madre siempre está, siempre se la da por descontada. Claro que la paternidad también lo es, pero la maternidad lo es más hondamente. Prueben a ver a quién llama un niño en mitad de la noche cuando se despierta asustado.

Diez lunas blancas está escrito mirando al amor maternal y a la muerte de frente, sin tapujos. Por eso está lleno de verdad. De reflexiones interesantes. Lo empezó a escribir en Nueva York, durante el curso que pasó allí con su familia y a cuya duración remite su bello título, que es también la duración de un embarazo.

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