El Vicente Calderón revivió ayer un episodio del Teatro del Absurdo y el Atlético fue su principal protagonista en un duelo loco ante el Almería, en el que se vivió un exagerado alarde de lo disparatado.

Si la afición rojiblanca se pensaba que ya lo había visto todo, comprobó cómo con el Atlético la capacidad de asombro nunca se agota y cómo siempre hay algo con lo que, de nuevo, llevarse las manos a la cabeza.

En el minuto 5, el Atlético gozaba de una renta de 2-0 y el Almería había sufrido la expulsión de Pulido, autor del penalti sobre Agüero que dio origen al segundo tanto, convertido por Forlán.

La grada, que estaba a reventar, se preparaba para una tarde plácida. Pero la lógica hace tiempo que huyó del Calderón, donde no tardó en comparecer lo absurdo. En siete minutos el Almería igualó, con un hombre menos, los dos tantos del Atlético y se hizo dueño absoluto de la contienda.

Con un juego de toque exquisito, los visitantes sonrojaron a los locales, que durante muchos minutos dejaron a la vista una impotencia alarmante y que estuvieron contra las cuerdas en una muestra de incapacidad angustiosa. Pero en vista de tanta extravagancia, el cancerbero brasileño Diego Alves decidió sumarse a la insensatez y regaló a Simao el tercer tanto. Tardó tres minutos el Almería en anular la ventaja de nuevo. Lo hizo Negredo, solo en el interior del área pequeña de Abbiati, a la salida de un córner.

Tras la expulsión de Juanito antes del descanso, Simao hizo el cuarto poco después y, ahora sí, dejó el camino expedito para los de Javier Aguirre, que terminaron sentenciando en la segunda parte gracias a dos tantos del delantero argentino Agüero.