La resaca del campeón de Europa

Guardiola: el hombre que seduce con su verbo y su fútbol

  • El entrenador blaugrana ha sabido meterse a todo el mundo en el bolsillo con una filosofía que rechaza el resultadismo imperante en los último años en el fútbol europeo.

Al filo de la medianoche, un espontáneo y  masivo aplauso atruena en la sala de prensa del Estadio Olímpico de  Roma. Los periodistas de todo el mundo, cautivados, despiden así al  técnico del Barcelona, Josep Guardiola, que acaba de lograr la Liga  de Campeones y de meterse a todo el mundo del fútbol en el bolsillo. 

 Guardiola ha ganado el triplete -Liga, Copa y Champions- en su  primera temporada como técnico y con sólo 38 años. El éxito, su idea  de fútbol vistoso y su discurso enganchan tanto como su elegancia, su  juventud y su ideología. 

 "No hay nada más arriesgado que no arriesgarse", espeta en  italiano. Una de sus múltiples frases bonitas con que decora cada  rueda de prensa, en la que responde con paciencia, con respeto, serio  a veces, jocoso en otras, didáctico siempre, atento, en catalán, en  español, en italiano o en inglés. Casi siempre con la voz rasgada,  elegante ya sea con corbata o con la ropa deportiva. 

 No concede entrevistas. Quien quiera hablar con él, en sala de  prensa, sin prisas, ante todos. En la cancha vence y ante el  micrófono convence. 

 "¿Ha demostrado que también se puede ganar jugando bien al  fútbol?", le preguntan. "No sólo que también, sino que es más fácil  ganar jugando bien", responde el técnico, que se comporta como un  jugador, igual que era entrenador cuando estaba sobre el césped. 

La ruptura del resultadismo

Pese al discurso florido, no trasluce pedantería. Son las frases que reconfortan en tiempos de crisis. Las que tras  los éxitos de la selección española y del Barcelona parecen romper  con una etapa de fútbol cínico, marcado por el resultadismo, por el  juego físico. Nada de eso va con Guardiola, seguidor de la ideología  ofensiva de su maestro, Johan Cruyff, del que se ha quedado con lo  bueno y ha mejorado lo malo. 

Hace poco más de un año supo que tras apenas una campaña  dirigiendo al segundo equipo en tercera división iba a asumir el  mando del Barcelona, necesitado de regeneración tras dos temporadas  sin títulos y descompuesto en el vestuario. Tenía el aval del  ideólogo Cruyff, el que le hizo debutar en 1991 y con el que ganó  cuatro Ligas y una Copa de Europa. 

 Su misión era mejorar el dream team (equipo de ensueño) de los  años noventa de Cruyff, ese engendro ideológico-futbolístico que  cambió para siempre la manera de ver el fútbol en Barcelona. 

Herencia complicada

Heredó un equipo del que se hablaba más por las constantes fiestas  de Ronaldinho y Deco. Esas ramas estaban pudriendo el árbol y las  podó. Todo floreció de nuevo y hasta Samuel Eto'o empezó a generar  brotes verdes. 

Se ponía fin a la etapa Ronaldinho, tan exitosa al principio como  amarga al final y efímera en su conjunto. 

"En un año ha cambiado todo", constata en Roma Thierry Henry,  paradigma de la metamorfosis y convencido por Guardiola. 

¿Qué parte del éxito es del entrenador? "Todo", responde Henry,  entregado como Leo Messi y Eto'o a su técnico. 

 El mismo equipo de hace un año, sin los díscolos, con Dani Alves y  Gerard Piqué, ha conseguido un histórico triplete. El único equipo  español en hacerlo, el quinto de la historia. Guardiola es el sexto  técnico en ser campeón de Europa como técnico y jugador, el tercero  en hacer las dos cosas con el mismo equipo. Ninguno lo logró tan  joven. 

"Un extraterreste que parece llegar un mundo lejano"

 Pero el éxito de Guardiola trasciende lo deportivo. "Es un  extraterrestre que parece llegar de un mundo lejanísimo, del espacio  interestelar, donde sobreviven aún los principios básicos del  respeto, de la cultura deportiva", lo elogia hoy el diario italiano  La Repubblica

 Guardiola ya patentó una imagen de marca: barba cuidadosamente  descuidada, porte elegante, voz pausada, veneración al balón y una  formación intelectual poco habitual en el fútbol. 

 Trabajador, disciplinado y obsesivo, de Guardiola se destaca hasta  su gusto por la lectura. "El técnico poeta", decía recientemente el  diario argentino La Nación. "Eterno seductor", escribió el rotativo  español El País, rendido a "Pep". 

 Guardiola controla todo. En la cancha, en el vestuario y ante los  medios. Tras el partido, en Roma, dedicó el título al mítico Paolo  Maldini, que el pasado domingo se despidió de San Siro con el Milan a  los 40 años entre protestas de los aficionados ultras, de los que  siempre se distanció el defensa. 

 Un guiño a Maldini y al veterano técnico Carlo Mazzone, quien lo  dirigió en su estancia en el Brescia. 

 También fue elegante con el Manchester United. "Tienen un estadio  que se llama el 'Teatro de los Sueños'. Con eso está dicho todo",  dijo como muestra de respeto al rival, al que acababa de batir. 

 Hasta Alex Ferguson, técnico del United, poco dado al elogio, se  inclinó ante Guardiola. 

 "Tienen el crédito de perseguir su filosofía y no cambiar", dijo  el escocés. "Todos ellos disfrutan jugando al fútbol", agregó el  técnico de 67 años, rendido como casi todo el mundo del fútbol al  estilo Guardiola.

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