Getafe-granada

Maldita puntería (1-0)

  • El Granada le perdona la vida al Getafe en una gran segunda parte, en la que tiene a su merced al rival y marra tres ocasiones imperdonables. Casquero agarra un rechace de Roberto en la recta final del partido y acaba con las opciones del equipo de Fabri. Yebda, Íñigo y Nyom se lesionan

La ausencia de puntería condenó al Granada CF en Getafe, de donde pudo irse con los tres puntos de haber acertado alguna de las claras opciones que envió al limbo en el segundo tiempo. Un gol tras un rebote en la recta final del choque hizo que los rojiblancos regresaran de vacío de un partido que tuvo dos partes radicalmente opuestas. El plan urdido por Fabri -desgastar física y moralmente a su oponente en el primer acto y matarlo en el segundo- estuvo a un pelo de que saliera, pero los atacantes, especialmente Ighalo, se empeñaron en que no. Se cumplió el topicazo y el que perdonó lo terminó pagando dramáticamente.

El Getafe monopolizó el juego de ataque en el primer acto ante un Granada demasiado metido atrás. Sin embargo, los roles cambiaron tras el descanso. Ighalo falló dos clamorosas y Abel una tercera igual de clara, que pudieron haber sentenciado a un rival que se puso de los nervios y que sólo conquistó el triunfo por azar.

Cualquier duda sobre el sustituto de Diakhaté se despejó cuando se conocieron las alineaciones. Fabri apostó por lo normal, uno de los fichajes del verano para un puesto específico como el de central, pero que sin embargo estaba prácticamente denostado desde que jugó el medio partido inaugural. Pamarot se 'impuso' a Lucena y también a Moisés, aunque el gran perjudicado de la convocatoria, sin duda, fue Dani Benítez, el elegido por el técnico como descarte tras llevarse a 19 futbolistas. El mensaje que lanza Fabri al balear parece claro y seguro que Dani lo está aprendiendo. O aprieta o no juega.

Pamarot cumplió, como el resto de la zaga. El francés se aplicó y estuvo muy atento, bien colocado y, salvo algún fallo puntual a su espalda, ayudó mucho a la defensa. La zaga fue una roca durante todo el partido y sólo fue superada en una jugada difícilmente evitable, tras un despeje de puños de Roberto que le cayó a Casquero.

El Granada concedió muchos metros desde el principio. Todos los metros. Se diría que casi en el túnel de vestuarios ya estaba aculado. Intentó jugar con las líneas muy juntas y minimizar los espacios. Apenas presionó la salida del balón de los madrileños, lo que hizo que en el primer tramo prácticamente todo se jugara en el campo granadinista, que el Getafe capitalizara el balón y también la intención. El equipo de Fabri esperó atrás descaradamente, apelando a la receta que mejor le ha ido por ahora, aunque varios metros más atrás de lo habitual. Sin embargo, la otra parte del trato, la de salir como balas a la contra y crear peligro así a Moyá, no se cumplió, pues cuando el Granada robaba la pelota, la perdía casi al instante, quedándose demasiado lejos del área como para inquietar.

Ighalo era una isla arriba, con el aliento del Cata Díaz permanentemente en el cogote. Ni Uche ni Jara, deficientes en la interpretación de los desmarques, ayudaban a que se pudiera montar una contra decente. En cuanto a Abel, era el único con criterio cuando agarraba la pelota. Yebda se marchó a los diez minutos con otro pinchazo muscular, el enésimo del curso. La enfermería no va a dar para más. Después le tocaría a Nyom.

Así que se sucedieron los intentos del Getafe, que buscó continuamente a Diego Castro en la izquierda y que encontró también con asiduidad a Sarabia, tanto en posición de banda diestra como de remate. Roberto tuvo mucho trabajo en el primer cuarto de hora, cuando se sucedieron hasta seis llegadas de relativo peligro. Dos de ellas fueron especialmente comprometidas: una de Sarabia, que le ganó la espalda a Pamarot, y chutó de primeras con poco acierto (11') y un duro chut de Michel desde la frontal, que el gallego detuvo con suspense en dos tiempos (15').

Aunque con nulas opciones en ataque, el Granada solventó indemne el primer chaparrón y fue propiciando que el Getafe, y también la grada, se desesperara con el paso de los minutos. Los de Luis García perdieron frescura y se obstinaron en entrar por el centro, a base de juego combinativo. Por ahí le resultó mucho más difícil.

En un último arreón, Miku tuvo dos claras: un cabezazo que se fue fuera (41') y un balón que Roberto le sacó en los pies (43'). Se alcanzó el descanso con mucho agobio y la sensación de que el empate era posible, pero la victoria inviable si ni siquiera se probaba a Moyá.

El que no viera el primer tiempo y se incorporara tras el descanso vería otro partido hasta el final. El Granada dio un paso adelante, comenzó a atreverse y a meter en líos a la zaga local. Abel y un buen Jara lideraron las hostilidades. También Siqueira, que se incorporó, e Ighalo, capaz de lo mejor y de lo peor. En cinco minutos crearon dos opciones más claras que las que había generado el Getafe. Ighalo le puso en bandeja a Abel la primera, pero se encontró con Moyá cuando todo lo tenía a su favor (48'). El propio Ighalo marró la siguiente (50'), tan o más clara que la anterior y propiciada por una asistencia de Siqueira. El trío de imperdonables comenzó en los pies de Roberto, siguió en los de Jara y murió en los de Ighalo, que se durmió en el mano a mano con Moyá (68').

La grada no ayudaba a los nervios de su equipo, que no daba pie con bola. La situación estaba controlada y faltaba rematar la faena, pero fue el Getafe quien lo hizo. Casquero enganchó un rechace de Roberto, que tocó en Íñigo López, y reventó la red tras despistar al meta. El cuarto de hora final fue de impotencia, la del que sabe que lo ha tenido en su mano para nada.

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