Liga Santander | Granada - Málaga

Malos de solemnidad (0-2)

  • Otra exhibición de desidia y falta de calidad del Granada entrega un triunfo sencillo que puede acabar en goleada de un Málaga que juega tan sólo a medio gas en Los Cármenes.

Uche persigue a Fornals en un partido en el que el Granada fue incapaz de marcar el ritmo.

Uche persigue a Fornals en un partido en el que el Granada fue incapaz de marcar el ritmo. / fotos: álex cámara

Cada vez tiene más sentido el gesto que tuvo Víctor Sánchez del Amo después de que el Granada le cascara cuatro a su Betis. También se lo tendrían que hacer mirar el Sevilla, el Alavés y Las Palmas. Perdieron con los rojiblancos y viendo cómo es realmente este equipo, la metida de pata alcanza el corvejón. La única explicación es que en aquellos partidos, el Granada tenía entrenador. Uno de verdad, Lucas Alcaraz, que por suerte ya tiene acomodo en el único reto que le faltaba en su carrera, una selección nacional. También ha entrenado a un equipo de un país Tony Adams, pero claro, Azerbaiyán es al fútbol como España al hockey sobre hielo. 'Na'. El inglés va camino de facturar sus clean sheets, la portería a cero, pero las de los rivales. No le marcan ni al arco de la Puerta Elvira. Y los planteamientos son tales que hasta este Málaga de anoche sí pareció el de Champions, y no aquel de Pellegrini al que le ganó el Granada. "Ganó el Granada". ¡Qué tiempos aquellos en los que se podían escribir juntos ambos conceptos! En fin, que otra derrota más de este equipo sin nada a lo que agarrarse, donde a ese 30-40 por ciento de renovados que dice Adams es mejor buscarles salida porque no dan el nivel ni para Segunda. Ni ante un rival a medio gas fueron capaces de ilusionar con una eventual dentellada de puntos. Será, pues, casi seguro en Anoeta.

Durante toda la temporada se ha hecho difícil contar cómo eran los partidos de este Granada. Los tres que lleva Tony Adams empeoran el diagnóstico final, con encuentros calcados y una inferioridad manifiesta que no se arregla con actitud ni con derroche físico. Este equipo se hincha a correr para nada. Defender, quizás defienda algo, no mucho. Ya basta con que Ingason no tire mal un fuera de juego o no pierda de vista sus marcas para incluso decir que "ha estado mejor". Hasta ejerce un efecto placebo en las valoraciones finales a los jugadores los visos de arrestos en las rectas finales de estos partidos con Adams. Pero no. Este Granada es muy malo, no cree en lo que hace, y en tres semanas ha involucionado a velocidad de vértigo lo que con Lucas eran los primeros indicios de desidia.

Esta vez ni hizo falta que los malacitanos convirtieran al Granada en el eje de un rondo eterno como lo hicieron Valencia, Celta y Sevilla. Ganó con poco sudor y mucha, dónde va, mucha calidad, sobre todo en comparación con los perpetradores de la indignidad rojiblanca. Liderados por un ex, que ni siquiera acabó mal aquí en Granada, y que se fue del campo sustituido entre los aplausos de una afición vacunada de tanto dolor: José Luis García del Pozo 'Recio'. Cuando estaba aquí nunca jugó tan adelantado, ni con tanta alegría ofensiva. Lo mismo dinamizaba el ataque de los de Míchel que era capaz de ganarle la espalda a la defensa para quedarse sólo ante Ochoa, o que también entraba por la banda que correspondiera, sobre todo la izquierda.

El ex granadinista dio un recital que bien que se echa de menos por estos lares. Junto a Recio, otro que dijo 'aquí estoy yo' fue Keko Gontán. Pudo ser uno de los mejores partidos como malaguista del ex del Eibar que tan bien juega siempre que pisa el verde de Los Cármenes. Su lado fue una autopista pese a los esfuerzos de Héctor e Isaac Cuenca en pararle. Con el vallisoletano claramente mermado, el malaguista puso una y otra vez en aprietos a una zaga que solo sobrevivía por acumulación de efectivos.

El gran problema del equipo granadinista estuvo esta vez más en la construcción que en la zaga. La impresión es que, de los tres medioscentros puros que alineó Adams, solo vale Wakaso, y si Manolo Salvador es capaz de darle buena compañía en Segunda. El encargado de comenzar a jugar era Krhin, cuyo trote y rapidez de pensamiento serían los idóneos para el ajedrez, quizás. Es previsible que el esloveno se queje de que por delante no tenía a nadie, que todos sus compañeros estaban siempre por detrás de la línea del balón, por lo que irse arriba era una aventura encomendada a Adrián Ramos. El colombiano era la esperanza a la que asirse pero también demostró estar mal físicamente y, sobre todo, fuera de lugar. Si lograba echar al suelo alguna pelota no tenía a nadie a quien dársela en el centro.

Luego era Carcela quien tenía que hacer de Andreas, que estaba sancionado, pero el marroquí dimitió hace semanas de su cometido. Su lucha es individual y su pelea con el rival, imposible. Todo el ataque se redujo en la primera parte a un centro de Héctor y el único tiro a puerta, un mal pase de Llorente a su portero que acabó en córner.

El milagro era aguantar el 0-0 al descanso, tanto que al poco de reanudarse el juego, Sandro al fin encontró el gol que administró otra dosis más de eutanasia al moribundo rojiblanco. Nadie fue capaz de despejar con contundencia, la que sí tuvo el canario, de aspecto y nombre de grandes tardes en Martiricos, para fusilar a Ochoa. La grada ni sufrió ni padeció.

El resto del partido fue un querer y no poder del Granada, que siguió impreciso en el pase, ya fuera en la salida o en la llegada. Al final siempre pasaba algo. De una de esas pérdidas Krhin tuvo la única ocasión local al recoger un rechace en la frontal. El Málaga tampoco apretó, pero aún así le pudo dar para goleada. Antes de que Sandro y Ontiveros elevaran el segundo en tiki-taka en el área, el canario estrelló un chut en el poste. Como se publicó hace dos semanas: que esto se acabe ya.

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