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El año del novato

  • El paso por la Segunda ha sido brillante y fugaz y la categoría sólo ha sido lugar de tránsito hasta desembarcar en la élite · El equipo logró muy pronto ganarse el respeto de la categoría

El exigente calendario que el bombo deparó para el Granada CF y la bisoñez propia del que recién estrena una categoría que hacía lustros que no pisaba se aliaron en las tres primeras jornadas de Liga, que sirvieron para que, después de la euforia del verano y la ilusión que generó la configuración de la plantilla, todos, hasta el aficionado más optimista, posaran al fin los pies en el suelo. Por buenos futbolistas que hubieran venido, el Granada no se escaparía del peaje del novato, que casi todos los equipos nuevos se ven obligados a pagar.

 

Betis y Albacete fuera de casa y Valladolid en Los Cármenes impidieron que el equipo de Fabri sumara algún punto de inicio, finalizando la tercera jornada en el farolillo rojo, junto a los también inéditos Tenerife, Numancia y Recre. Al fin, en la cuarta fecha llegó el primer triunfo, cosechado en casa ante la Ponferradina. Se ganó por 2-0, con goles de Nyom y Geijo. Para el equipo arrancaba efectivamente la temporada. Los tres primeros partidos debían considerarse como el pago de la novatada, incluido el de Albacete, un choque para olvidar que generó el primer 'marrón' serio, después de que Fabri criticara duramente la actitud de algunos de sus jugadores y señalara veladamente a Orellana, con el que durante todo el curso mantendría una relación difícil. Al poco el gallego se serenó, suavizó sus palabras, y el triunfo ante la Ponferradina terminó por apagar los rescoldos.

 

La Copa del Rey, pese a caer en la segunda ronda, fue otro bonito regalo del arranque de la temporada y le sirvió al equipo para adquirir más ritmo competitivo. Se estrenó ante el Albacete, al que borró en el Carlos Belmonte (0-2), en el primer gran partido de los muchos de la temporada. Luego vino el Betis a casa, y la ocasión era propicia para borrar el mal sabor de boca delencuentro que inauguró la Liga(4-1). Ambientazo en Los Cármenes y Dani Benítez confirmaba con una gran actuación que era el mejor rojiblanco del arranque de temporada. Dos golazos del balear pusieron el 2-0 en el marcador y el equipo desperdició opciones de hacer más goles, ante un Betis k.o. Sin embargo, la expulsión de Abel Gómez y la irrupción de Emana en el segundo tiempo permitieron al Betis empatar con facilidad, teniendo que dirimirse el partido en la tanda de penaltis. Allí, los verdiblancos anotaron sus cinco, mientras que Geijo falló para el Granada. Los de Fabri quedaban eliminados, pero después de firmar un partido rutilante. Seguramente ahí sus rivales comenzaron a tenerlo en cuenta.

 

El equipo se saltó un paso y fue de la depresión por las tres primeras derrotas a la ilusión por verse arriba. El triunfo ante la Ponferradina iniciaba un largo periodo de siete fechas en las que el equipo no perdió, con cuatro victorias y tres empates. La evolución en Los Cármenes fue significativa: se empezó perdiendo, luego sumando puntos (victorias ante Ponferradina y Girona, empate con Rayo) y se cerró el ciclo goleando al Xerez por 5-0, en la primera actuación verdaderamente de campanillas. Geijo hacía su primer hat trick del ejercicio. A esas alturas, jornada 10, el cuadro de Fabri ya habitaba las zonas medias de la tabla. Era octavo.

 

Los Cármenes comenzó a ser el escenario perfecto para que los locales esparcieran todo su talento y, tras golear al Barcelona B en otro partidazo, definitivamente ir a ver los partidos del Granada se puso de moda. El recinto del Zaidín fue un semillero continuo de puntos y la base del éxito de la temporada. Sin embargo, las fantásticas prestaciones en casa (en este periodo llegó la mayor goleada, 6-1 ante el Nástic) no encontraban continuidad en los choques a domicilio. Fuera se sumaba mal que bien, cuando no se perdía: derrotas en Cartagena, 2-1; y Soria, 3-2; empates en Huesca y Villarreal, y otra igualada en Elche, en un partido que se puso de cara por la expulsión de Wakaso, pero en el que el cuadro de Fabri se mostró impotente. Con todo, en la jornada 18 el equipo se encaramó por primera vez a posición de play off, tras ganar 1-0 al Alcorcón, con gol de Geijo. Ya nunca abandonaría el estatus de equipo de promoción de ascenso, sumando 24 jornadas consecutivas.

 

El equipo finalizó la primera vuelta tras disputar el partido que tenía aplazado de Tenerife, donde empató. El saldo era más que positivo a esas alturas, la temporada era notable en la mitad del recorrido y la ilusión de luchar de verdad por subir a Primera se instaló a velocidad de vértigo. Geijo se había destapado como el perfecto ejecutor de todo lo que sus compañeros eran capaces de generar y ya pugnaba por el Pichichi. Tras jugar ante los 21 equipos de la categoría, y descontando en la tabla a los filiales de Barcelona y Villarreal, el Granada era el sexto mejor.

 

Todo esto ocurría en pleno mes de enero, mes de fichajes, de altas y bajas, que dejaron el vestuario aliviado de efectivos. Se fueron casi todos los que no jugaban, incluido Tariq, cuya marcha al Huesca fue reemplazada por el regreso de Ighalo. Salieron además Felipe y Bergantiños al Nástic, Kitoko al Tenerife, y Matías Alonso y Barrancos a destinos menores. Más tarde también se iría el controvertido Muriel. Además de Ighalo, llegaban Juande y Álex Cruz. Ninguno de los tres alcanzó protagonismo decisivo en la segunda vuelta y el que peor lo llevó fue Ighalo, quien protagonizó varias salidas de tono, e incluso se negó a jugar un partido. Por suerte para él, el paraguas de Pina era suficientemente ancho para protegerlo. El destino terminaría dándole al nigeriano la oportunidad que tanto pidió y fue el delantero titular en los partidos del ascenso, ante la desgraciada lesión de Geijo.

 

Se sucedieron una detrás de otra la mejor y la peor racha de resultados de la temporada. El equipo pasó de conseguir 17 de 21 puntos entre las jornadas 20 y 26, con cuatro victorias seguidas incluidas ante Recre, Betis, Valladolid y Albacete, a no sumar más que 3 de 15 entre la 27 y la 31. Fue la última vez que el cuadro de Fabri generó alguna duda. Perdió en casa con el Salamanca, tras caer en Girona, pero se demostró que el tropiezo ante los charros no fue más que un accidente. No hubo peligro de que el equipo perdiera fuelle, y los empates en Vallecas y en Jerez lo confirmaron, partidos que se pudieron ganar ambos. Pese a acumular cinco fechas sin ganar, en la jornada 31 el Granada seguía siendo sexto, con dos puntos de colchón.

 

El equipo mantuvo el ritmo y siguió sumando en casa de tres en tres. Todo fueron triunfos, más o menos sencillos, ante Cartagena, Numancia, Tenerife, Huesca y Villarreal. Por eso no importó la irritación de Barcelona, donde se vio un canallesco arbitraje. La lucha por esos tres puntos en los despachos acabaría siendo inútil, pese a la insistencia del club. La estabilidad en casa aseguró el play off, pasando a ser la tercera posición el objetivo a lograr en las últimas citas. Lo tuvo en su mano en la penúltima jornada, en el decisivo partido ante el Elche, pero desperdició sendas ventajas y en la última jugada un fallo de Roberto propició el empate a tres, que le valió al Elche para, tras ganar en la última fecha y empatar el Granada, obtener la tercera plaza.

 

Todo era bueno salvo un detalle muy preocupante: la lesión de Geijo, con el que se mantuvo todo el tiempo una ilusión irreal acerca de su participación en el play off. El goleador terminaría el curso con 24 goles. Lo haría de forma abrupta, en el minuto 42 del partido ante el Huesca, en la jornada 38. Un choque con un rival le produjo la lesión de hombro que lo apartó del tramo final.

 

La semifinal ante el Celta se dirimió en el partido de vuelta, después de que el equipo rojiblanco cayera por la mínima en Vigo. Allí se mostró firme en defensa, aunque romo en ataque. No importaba, Los Cármenes debía bastar para darle la vuelta. Fue un partido mágico, inolvidable y, sobre todo, estresante. En una tanda de penaltis que siempre se recordará, Roberto le dio el pase a su equipo en plan héroe.

 

El Elche superó al Valladolid con grandes dosis de fortuna en la otra semifinal, lo que obligaba al Granada a jugar la ida de la final en su estadio. En otro partido que nadie podrá olvidar en muchos años, nuevamente la mala fortuna se alió con los rojiblancos, incapaces de perforar el marco de Jaime pese a disponer de hasta dos oportunidades de penalti en el último minuto del partido y de  haber estrellado dos balones en los postes, amén de fallar otras ocasiones claras.

 

El 0-0, con todo, se antojaba aceptable para llegar con opciones al Martínez Valero, el segundo estadio con más capacidad de la categoría, por detrás del Villamarín. En un ambiente infernal se disputó un partido bronco y dificilísimo. Pero los hombres de Fabri aguantaron la presión. El desenlace todos sabemos cual fue.

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