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En busca del rastro de la EPO

Las microdosis de EPO parecían la penúltima frontera de la lucha contra el dopaje en el ciclismo, puesto que esas pequeñas inyecciones administradas de forma controlada escapaban entre los resquicios de la red de los controles. Pero el diario francés L'Equipe reveló que el laboratorio parisiense de Chatenay-Malabry ha logrado afinar su método para detectar incluso las dosis más diminutas de esa sustancia prohibida que mejora la recuperación.

De esta forma se ataja una de las sospechas recurrentes en el pelotón, la de que los ciclistas pudieran inyectarse al final de la tarde 500 unidades de EPO, cantidad que, convenientemente diluida, no dejaba rastro suficiente en la orina recogida por las mañanas. Esta evolución, que se desprende de una mejora en el método de control, no acaba sin embargo con todas las sospechas. Según explica el director del Instituto de Biotecnología de Troyes, Gerard Dine, es un "avance relativo" contra una práctica dopante que se sospecha que se usa, pero que no es la única.

El doctor, uno de los ideólogos del pasaporte biológico, asegura que el hecho de que se haya filtrado la información "pondrá sobre aviso a quienes, eventualmente, procedían a esas prácticas y, por tanto, no dará lugar a muchos positivos". "Hubiera sido más eficaz decírselo a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), ponerlo en marcha y no decir nada", indicó.

El profesor afirmó, sin embargo, que los auténticos avances vienen por otras vías y no son precisamente las de la ciencia. "El 80 % de los progresos hechos en la lucha contra el dopaje en los últimos años se los debemos a los aduaneros y a los gendarmes". El desafío está "en atacar a las redes de contrabando de productos falsificados, prácticamente indetectables", agrega el médico, que recuerda que los métodos actuales sólo permiten discernir el EPO conocido y no el que se fabrica en los laboratorios piratas de China, India, la Europa del Este y Sudamérica: "Son sustancias que se pueden comprar por internet, de acceso sencillo". Dine apuesta por reforzar el pasaporte biológico, tal y como se hizo en el atletismo, pero sin dejar la responsabilidad de su gestión a la Federación Internacional, para evitar la corrupción que hubo en la IAAF. Pero el galeno va más allá y sospecha de nuevas fórmulas de dopaje como la posible existencia de unas moléculas que estimulan a la médula ósea para que produzca sangre enriquecida en glóbulos rojos, lo que tendría el mismo efecto que la EPO.

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