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Una derrota regalada (2-1)

  • El Granada tira a la basura su gran primera parte con dos goles evitables que le acaban saliendo caros.

El Granada CF pudo haber pescado en el antiguo Sadar, donde no mereció perder después de firmar una gran primera parte, en la que, sin embargo, recibió dos goles evitables. El primero, otra vez, a la salida de un córner. El segundo, con un regalo de prebenjamín de Nyom. Acortó distancias Mikel Rico con un golazo después de que, todavía con el 0-0, los rojiblancos hubieran errado tres ocasiones clamorosas. La lesión de Martins al filo del descanso dejó huérfano al equipo en el segundo período ante un Osasuna que mejoró y fue más sólido. Abel falló con los cambios y pese a jugar con uno más los últimos 20 minutos, ni siquiera se notó.

Tras cinco minutos iniciales de no olerla, el Granada se entonó  y fue peligrosísimo en el primer tiempo siempre que cruzó la medular. Jugó sin complejos, mostrándose vertical, veloz y chisposo. Martins lo demostró con un trallazo desde la frontal a  que se estrelló violentamente en el larguero (7').

Tenía nervio el partido, con dos equipos repletos de ímpetu que no regateaban esfuerzos y con un Osasuna que, cuando lograba superar las dos líneas de contención granadinas, creaba peligro. Roberto tuvo que adelantarse para capturar un balón aéreo y Lekic disparaba cruzado después de un buen control. Aunque el verdadero peligro local llegó con cada balón colgado al meollo, en córneres o faltas. A Roberto se le notó nervioso, inusitadamente inseguro en las salidas.

Pero el equipo rojiblanco cruzaba la medular con frecuencia y así, Nyom, en una doble opción a la contra, tras ser asistido por Uche, obligó a Andrés a intervenir (13').

Si la del lateral fue doble, la siguiente oportunidad rojiblanca sería triple. Uche inició una contra vertiginosa de espaldas, seguida con velocidad por Martins y Mikel Rico, quien se la devolvió a Martins  para que fusilara a un acertado Andrés, el rechace le fue a Uche, y el tiro del nigeriano nuevamente fue repelido por el arquero. Fran Rico sería el último en probar suerte con el rechace para tirar fuera (16').

Pero cuando mejor jugaban los de Abel y más controlado tenían el partido, se adelantó Osasuna en una acción a balón parado en la que la defensa y el guardameta erraron ante el testarazo de Nekounam. Con todo, eso no sería lo peor, porque en dos minutos el Granada tiró el partido. Cejudo le ganó la espalda a Borja Gómez, centró raso al segundo palo y se produjo el imperdonable error de Nyom, que en lugar de despejar a la calle estafeta habilitó a Lekic con un gran pase de gol que el serbio no desaprovechó.

No era justo, pero era. En un abrir y cerrar de ojos el Granada se vio con el partido muy cuesta arriba, aunque supo reaccionar y casi de inmediato acortó distancias con un obús de Mikel que se aprovechó de un rechace para batir a Andrés de gran derechazo a la escuadra.

El partido siguió muy abierto y ambos pudieron marcar. Lamah estrelló el cuero en el palo (31') y acto seguido Uche, con un gran autopase en el área, se encontró de nuevo con Andrés (32').

Martins, en una acción en la que se fue de todos cuantos le salieron al paso, se lesionó. Esa fue la peor noticia. La ausencia del luso, sobresaliente en el primer acto, se iba a echar de menos, pues el cambio propuesto por Resino, que apostó por Ighalo y retrasó al enganche a Uche, resultó una calamidad.

También perdía Osasuna a Lekic por lesión e Ibrahima, su sustituto, puso a prueba a Roberto en la primera ocasión de la reanudación, periodo en el que el equipo de Mendilíbar se adueñó del balón y supo jugar con su ventaja ante un Granada desdibujado, incapaz de sacar el cuero con claridad y acercarse a zonas peligrosas. Los rojiblancos no fueron los mismos, mucho más lentos, con menos fuerza y sin capacidad para sorprender a un Osasuna más ordenado.

Abel gastó su segundo cartucho con la entrada de Jaime para tener más opciones por la banda pero el equipo dejó de tener una referencia en la medular y no generaba opciones. La presión de Osasuna, más entero, obligaba a recular a los visitantes, que ya no encontraban tantos espacios y que además sufrían en defensa frente a un rival más fresco. Raúl García se adueñó del centro del campo e Ibrahima se convertía en una pesadilla para la zaga siempre que entraba en juego.

Con un cuarto de hora para el final, se abrió un resquicio para la esperanza con la expulsión de Puñal, que derribó a Jara cuando enfilaba la portería de Andrés. Abel apostó por Henrique para buscar la reacción de su equipo en superioridad numérica. Pero antes de que se rearmara el Granada en su nueva situación, Osasuna pudo sentenciar en una acción vertiginosa en la que la sociedad Raúl García-Ibrahima volvió a dar un susto que no terminó en gol al fallar en el remate, totalmente solo, el delantero.

El Granada no supo como gestionar su superioridad mientras el partido entraba en una fase bronca y áspera, con faltas y precipitación. El  recurso de los balones aéreos finales no cambió las cosas y las concesiones terminaron demostrándose como letales. Una pena.

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