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La despedida más dura

  • Familiares, amigos y gente del fútbol acuden a Santander para dar el último adiós a Preciado

Centenares de personas acudieron ayer a dar su último adiós a Manolo Preciado, al que muchos han definido como un grande del fútbol por su carismática forma de ser y del que todos destacan su calidad humana por encima de sus logros deportivos.

Desde primeras horas de la mañana el desfile de familiares, amigos, futbolistas y representantes de los clubes por los que pasó Preciado fue constante en la capilla ardiente instalada en el Tanatorio de El Alisal, en la capital cántabra.

Además, decenas de coronas rindieron homenaje a Preciado, entre las que estaban las de clubes como la Gimnástica de Torrelavega, en el que empezó su carrera de entrenador, el Racing de Santander, donde jugó y entrenó, y el Sporting, al que ascendió a Primera División y se consagró como técnico. Pero también estaban las de muchos otros como el Real Madrid, Athletic, Mallorca, Villarreal, Málaga, Sevilla, Zaragoza, Levante, Murcia, Ourense; de Joaquín Caparrós y su cuerpo técnico, las federaciones de fútbol española, cántabra y asturiana, el Comité de Entrenadores y la Asociación de Peñas del Racing y la Asociación Unificada de Pequeños Accionistas del Racing.

Entre los primeros en pasar por la capilla ardiente estaban algunos de sus antiguos compañeros, como Pedro Alba, actual entrenador de porteros del Racing, que destacó la "capacidad de tirar para delante en las situaciones malas" que tenía Preciado, a quien no dudó en definir como: "la mejor persona que me he echado a la cara".

Para el ex racinguista Ángel Blanco, Gelucho, Preciado más allá de ser un "gran entrenador", destacó por "conseguir formar equipos de amigos, algo poco habitual en el fútbol actual"; mientras que para otro de los jugadores con los que compartió equipo, Javi Ruisoto, Preciado fue un "hombre peculiar y memorable, además de un genio".

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