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Esta final también habla español

  • José Juan Barea es de Puerto Rico pero por sus venas corre sangre de un pueblo de León · El boricua ha roto como escudero de Nowitzki en la batalla contra los 'Beach Boys' · Espera jugar algún día en la ACB

Es de Puerto Rico pero corre sangre española por sus venas, la de su bisabuelo. José Juan Barea es el único hispanohablante que lucha por el anillo en la final de la NBA 2011. JJ (yey yey para los yanquis) ha pasado de ser un mero actor de reparto en los Dallas Mavericks a convertirse en el mejor aliado de Dirk Nowitzki contra los Miami Heat.

El boricua ha emergido en medio de una cruenta batalla, la de su líder contra toda la tropa de los Beach Boys. Nowitzki estaba literalmente solo ante el peligro, tirando del carro incluso con 39 de fiebre. Pero llegaron los refuerzos desde el banquillo. El base ha sentado al veteranísimo Jason Kidd, de 38 años, para dar un toque rebelde a una durísima serie final que está encaminada para los del Oeste (3-2) y que esta madrugada puede quedar sentenciado en suelo de Florida.

Bajito, escurridizo, temerario. Barea atesora grandes virtudes para ser solamente un suplente en la mejor Liga del mundo. Sin embargo, ahora le ha llegado su hora. Su momento. Acaba de agarrar la titularidad en el equipo tejano como escudero del imperial Nowitzki. Con mando en plaza el base es algo así como el súper ratón de los Mavericks, el agitador entre las líneas enemigas y el respiro que necesita el alemán.

Barea ha dinamitado las finales no sólo por la presencia en las gradas de su novia, la exmiss universo Zuleyka Rivera. JJ ha sellado su 'visado' para seguir algunos años más en los Estados Unidos, para plasmar su sueño de jugar con los más grandes, de ser relevante. A punto de cumplir 27 años, a sus 1,80 pelado, el puertorriqueño recoge el guante de su entrenador. "Nos da una dimensión diferente al equipo", asevera Rick Carslie, el coach de los Mavericks, que afronta su tercera final y busca su primer anillo.

"Sus estadísticas no parecen grandes, pero sus penetraciones y su presión sobre el balón nos están ayudando a ganar partidos. Es una pieza fundamental en nuestros planes", dice el técnico.

Barea, no obstante, nunca lo tuvo fácil. Empezó a botar la bola en los patios de Mayagüez, su tierra. Allí se hizo profesional con sólo 17 años en el equipo de su ciudad, los Indios de la Liga Nacional de Puerto Rico. Su vida giró cuando decidió estudiar en suelo estadounidense y se enroló en la Universidad Northeastern de Boston, donde completó los cuatro años del ciclo y logró por dos veces mención como jugador del año de su región.

El boricua retornó a casa en 2006 para jugar con los Cangrejeros de Santurce, de nuevo como profesional, y ese mismo verano echó sus cartas en el draft pero se quedó sin ser seleccionado. Como muchos otros Barea tuvo que entrar en la gran Liga por la puerta de atrás. A base de campus, pruebas y más pruebas, Dallas-cuna de muchos hispanos-le reclutó para su equipo de la NBDL, algo así como un filial que disputa la llamada Liga de Desarrollo. En 33 partidos con los Fort Worth Flyers se soltó el pelo, creció e incluso despuntó. Estaba listo. Desde entonces Barea ha ido aumentando sus minutos, asumiendo roles y cogiendo la batuta aleccionado por el maestro Kidd.

Desde España los scouters (los ojeadores) siempre le han seguido de cerca. Su origen ibérico le hacía candidato a una rápida nacionalización. Su bisabuelo se crió en León, en la Ribota de Sajambre. Siendo un universitario el propio Barea indagó y se movió con vistas a recalar en la ACB. "Era mi plan B, irme a España si no jugaba en la NBA", confesó. "Pero pienso jugar lo más que pueda aquí".

Fiel a su patria el base descarta los cantos de sirenas de servir para la Roja, de hecho lleva enfundado en la de Puerto Rico desde pequeño. "Siempre jugué en selecciones de Puerto Rico. La nacionalidad era una opción sólo para estar en la ACB", explicó. Y a buen seguro que algún día lo veremos por las canchas de la tierra de su bisabuelo. "Algún día me gustaría una experiencia diferente en España". Ahora su reto pasa por agarrar el tan ansiado anillo para los Mavericks.

2006

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